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La Medicina por Elementos. Calcio

Panorama

El calcio (Ca) puro es un metal alcalinotérreo, blanco plateado, se oxida rápidamente y se combina con otros elementos, cambiando entonces de aspecto. Es muy abundante en la naturaleza, solo superado por el hierro y el aluminio. Por eso sorprende, que tardara tanto en ser purificado (Davy, 1.808) y considerado como un nuevo elemento.

LA MEDICINA POR ELEMENTOS

 El nombre calcio procede del latín “calcis” identificado con la cal, como se denominaba a la piedra caliza. Es tan popular, que el calcio comparte denominación con la más importante actividad italiana: el fútbol o “calcio”. Los paisajes submarinos de coral o los rocosos de nuestro entorno son calizos en su mayor parte. El mundo actual no se entendería sin procedimientos industriales o construcciones de cemento, yeso, cal, mármol, etc. donde el calcio es fundamental.

 En el ámbito rural es frecuente el olor a limpio de la lechada de cal, cal viva recién apagada. Utilizada para encalar o enjabelgar las casas de vez en cuando o con fines de desinfección  tras la muerte de algún familiar. No solía faltar la lámpara de carburo, que funcionaba con el acetileno producido al hacer reaccionar el carburo de calcio con agua. Una aventura apasionante, y peligrosa, de la adolescencia consistía en distraer de casa un trozo de carburo para jugar en la calle a los explosivos.

 Nos hemos familiarizado con el arte escultórico o arquitectónico sin reparar en el papel y características del calcio, que conocen bien los autores. Algo similar ocurre con las referencias literarias de todos los tiempos, popularizando numerosas aplicaciones. Y, por supuesto, el calcio constituye un elemento esencial en Biología y Medicina.

¿Indicador evolutivo en biología?

El calcio  es un elemento esencial en células y órganos superiores, pero prácticamente inexistente en células procariotas. Donde existe, frecuentemente aparece ligado a fenómenos de resistencia.

El calcio iónico funciona como versátil mensajero universal en el retículo endoplásmico, aparato de Golgi, y mitocondrias celulares; es decir, en las células superiores. Más sofisticación aún: los linfocitos T citotóxicos insertan una citolisina en las células diana, donde se polimeriza y actúa como canal iónico inespecífico. Por estos canales se produce una rápida y masiva entrada de iones calcio, tóxicos para la célula que debe ser destruida.

Sin embargo, en bacterias tipo E. coli, el calcio es un tóxico a eliminar mediante bombas de expulsión, como algunos mecanismos de resistencia antibiótica. ¿Significa que es un veneno bacteriano? No siempre. Algunas especies más evolucionadas, como los patógenos responsables del carbunco, gangrena, botulismo o tétanos, han desarrollado un mecanismo de resistencia sorprendente.

Ante una situación de hostilidad, con inusitada rapidez, en minutos, fabrican sistemas de transporte activo de iones calcio para acumularlo en su citoplasma. El precursor del peptidoglicano de la pared forma un ácido que, unido al calcio, origina el dipicolinato cálcico. Este compuesto, muy estable, en altísima concentración, conforma la espora y explica su enorme resistencia en el suelo, reservorio común de las citadas infecciones.

Otras facetas del papel del calcio en la resistencia son bien conocidas. Las propiedades del esqueleto humano están ligadas a las características físico-químicas del calcio. La dureza de los dientes y la resistencia a la formación de caries dependen de la integridad de la hidroxiapatita (fosfato de calcio). Con flúor forma la fluorapatita del esmalte dental, de más dureza y resistencia a los ácidos. La fuente de conocimientos sobre evolución más importante en la historia ha sido el componente cálcico de los fósiles.

Nos asombramos con la genialidad de los romanos usando en la construcción el cemento, el yeso y otros compuestos de calcio. Millones de años antes lo había descubierto la naturaleza para formar esqueletos, reparar averías calcificando lesiones o taponar hemorragias con coágulos, ricos en calcio.

Aplicaciones de interés sanitario

La importancia del calcio es notable y la historia es testigo. Es conocido el papel que ha tenido la cal viva (óxido de calcio) y la cal muerta o apagada (hidróxido de calcio) en la desaparición del “cuerpo del delito” en el ámbito forense y en el control de las epidemias.

En las aguas duras, que no cuecen bien las legumbres por la presencia de sales, es dominante el carbonato cálcico. Precipita en las tuberías y es bien conocido por los fontaneros. Las estables rocas cálcicas pueden disolverse por el agua de lluvia ácida, por el dióxido de carbono disociado, originando maravillosas cuevas milenarias. Por eso se pensó en la ingestión abundante de agua y una ligera acidosis renal para eliminar los cálculos de oxalato cálcico. Pero claro, los enfermos tienen poca paciencia.

Otro aspecto negativo del calcio es la calcicosis o neumoconiosis. Se trata de un tipo de silicosis producida por inhalación de polvo de cal en trabajadores de hornos de yeso, marmolistas, etc.

En todo centro sanitario conviene tener siempre a mano el cloruro cálcico y sulfato cálcico. Las bolsitas deshidratantes de cloruro, acompañantes de los instrumentos de precisión recién comprados tienen su cometido. Conviene no olvidarlo en su conservación. Recordemos también que las escayolas de inmovilización quirúrgica se preparan con sulfato cálcico.

La cal muerta, más hidróxido sódico, es absorbente del dióxido de carbono. En anestesia, submarinismo, viajes espaciales, etc. se inhalaría el dióxido de carbono espirado si no se evitara con los circuitos de ventilación pulmonar. Lo resuelve la cal sódica del dispositivo, que fija dióxido de carbono formando carbonato de calcio, ciclo de cal, permitiendo la reposición de oxígeno.

Los geles de alginato tienen múltiples aplicaciones en alimentación, odontología,  farmacia y microbiología. El calcio añadido le confiere carácter espesante y termoestable. Por ello es mal enemigo en fibrosis quística y otros procesos, que cursan con producción de moco, donde es deseable su fluidificación y eliminación. En estos enfermos las infecciones por patógenos productores de alginato agravan el pronóstico.

Importancia médica.

Más de 25 entradas relacionadas con el calcio recoge el Diccionario de la Real Academia de Medicina; el doble aproximadamente, el clásico Dorland. Es una prueba consistente de su significación.

Fisiología. En condiciones de normalidad se absorbe en intestino solo lo que se necesita, se distribuye según necesidades y se elimina el sobrante por riñón. Estamos ante una situación sostenible, como se dice ahora.

El calcio es un elemento dietético esencial que se ingiere con multitud de alimentos. Los más ricos en calcio son: leche y derivados, frutos secos, legumbres, vegetales, etc. Sabemos que debe mantenerse una concentración de calcio en sangre para atender las múltiples necesidades funcionales de nervios y músculos. Es fundamental en el latido cardiaco, coagulación y múltiples procesos enzimáticos. Por los sistemas que participan en su regulación, seguramente es más importante de lo que creemos.

¡Tres sistemas reguladores, tres! 1) La vitamina D controla la absorción intestinal del calcio. 2) La paratohormona, producida por la glándula paratiroides, regula el incremento de los niveles de calcio por tres mecanismos. Estimula la síntesis de vitamina D, aumenta los osteoclastos con pérdida de hueso y liberación de calcio y favorece su reabsorción renal. 3) La calcitonina, producida por la glándula tiroides, ejerce las funciones contrarias de la paratohormona.

Clínica. La hipercalcemia se traduce en trastornos cardiacos y gástricos de diferente intensidad. No son infrecuentes los dolores óseos, fatiga, desórdenes mentales, hipertensión, queratitis, etc. En la hipocalcemia  se anotan alteraciones del ritmo cardiaco, excitabilidad neuromuscular (parestesias, tetania, convulsiones) y otros.

Las cifras anómalas de calcio en sangre obligan a buscar la causa y corrección en los sistemas reguladores. Cabe destacar que es más difícil corregir el déficit que el exceso.

Vademécum. ¡Hay calcio para todos!: desde agua de cal para la acidez del abuelo a preparados cálcicos para niños enfermizos, especialmente con raquitismo o tuberculosis. En los años cincuenta estaban autorizados más de 60 preparados como antiácidos, antisépticos y desinfectantes, de los que se pueden destacar algunos. El cloruro cálcico se ha aplicado como antitóxico, antidiarreico y antiséptico astringente en úlceras infectadas. El fluoruro cálcico recalcifica muy bien las caries dentales.

Lactatos y gluconatos cálcicos, sobre todo en forma de jarabes, fueron de gran consumo como complementos dietéticos con cierta actividad antiséptica en tuberculosis. Las tabletas de “Calcibón”, citrato de calcio son populares desde hace mucho tiempo en situaciones de gran demanda: adolescencia, embarazo, menopausia, osteoporosis, etc. El propionato cálcico es un antifúngico incorporado a numerosos fármacos, alimentos y tratamientos tópicos. Más específico es el undecilinato cálcico, por su acción frente a los hongos de las tiñas.

¿Tóxico o inocente?

Salvo situaciones laborales de contaminación ambiental y las posibles lesiones que pueda producir la naturaleza cáustica de la cal viva, el calcio no debe ser tóxico. La absorción y eliminación del calcio está regulada, por lo que la hipercalcemia y  toxicidad es responsabilidad de los reguladores. Es más, la deficiencia en calcio suele tener peores consecuencias que el exceso. Por tanto, podemos confiar en la buena conducta de este elemento y declararlo Inocente.

Sobre el autor

Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.

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