antimicrobianos

La «domesticación» microbiana ha sido clave en el desarrollo humano

Una de las aventuras mas interesante del hombre ha sido la domesticación directa de los microbios. Al principio sin tener conciencia de que usaba microorganismo. Desde tiempo inmemorial los ha manejado en la producción de pan, vino, cerveza, fermentación de vegetales y de productos lácteos. (probióticos).

Al hombre, con su inteligencia superior, siempre le convino dominar a otras especies domesticándolas sometiéndolos a su voluntad para servirse de ellos. De hecho, pasó de cazador a la vida sedentaria como gricultor, gracias a que pudo dominar y explotar algunas plantas. De las miles de especies, unas 15 ó 20 se han cultivado de forma sistemática (arroz, trigo, mijo, soja, maíz, hortalizas, legumbres) aunque posteriormente por selección genética, injertos etc. se ha dado un salto espectacular incluyendo árboles (frutales, madera, etc.).

De forma mas o menos simultánea se han domesticado unas pocas especies de animales entre las que caben destacar los animales para la guerra, caza, transporte, labores agrícolas y mascotas. En los últimos 50 años, con el sistema de granjas ha llegado a la producción masiva de pescado, carne, leche y huevos. En todos los casos el control de plagas mediante desinfectantes, antibióticos y vacunas entre otras medidas, resulta imprescindible.

A principios del XX, Calmette y Guerin, tras darle 231 pases a una cepa de M. bovis durante varios años lograr hacerle perder el “genio” patógeno para los terneros y resulta protectora para el hombre. Es la BCG con que se ha vacunado a cientos de millones de personas.

En la producción de toxina diftérica para elaborar posteriormente la vacuna, se utiliza la cepa Por Willins Nº8 que, infectada por el profago beta y cultivada en medio escaso en hierro rinde como ninguna otra conocida.  

Desde el descubrimiento de la penicilina, el ingenio humano le ha permitido domesticar determinadas cepas productoras de antibióticos. Con prebióticos adecuados, nutrientes ajustados y la manipulación genética oportuna dispone de verdaderas “granjas” de cepas que producen hasta mil veces mas antibióticos que las cepas naturales de origen. Es lo que ocurrió con la “granja” de mohos.

El primer moho productor de penicilina rendía unas 2 Unidades/cc pero Chain y Heatley se encargaron de aislar y purificar la penicilina bruta obtenida del Penicillium notatum. El resultado era una sustancia 100 veces mas activa que la original y 10 veces mas activa que las sulfamidas. Una de las primeras decisiones del grupo de Oxford fue modificar el medio utilizado por Fleming para el Penicillium con el fin de mejorar la producción.

Como si se tratara de piensos de engorde, la adición al medio de cultivo de azúcar moreno y consecutivamente zinc, fosfatos, extracto de levadura etc. fue mejorando el rendimiento hasta lograr pasar de 2U/cc a 40 y luego a 200 cuando se añadió caseina y otros sustratos proteicos.

Como se hace en ganadería cuando se buscan razas mas productivas, se exploraron especies de hongos mas rentables hasta que Waksman, ¡el de la estreptomicina! y Reilly demostraron el máximo rendimiento con P. chrysogenum en 1946. Inmersos en una verdadera fiebre industrial se generalizó la producción desde una cepa de P. crisogenum, mutada en cultivo con aireación, con un rendimiento de penicilina pura cristalizada que llegaría a 1650 Unidades Oxford por miligramo. Este ejemplo se va a repetir de una u otra forma, en la práctica totalidad de todos los antimicrobianos.

Dentro de algunos géneros bacterianos como Bacillus, Corynebacterium, Bifidobacterium, Escherichia, Streptomyces, Sacharomyces, Penicillium (además de algunos virus) por ejemplo, se han “domesticado” especies y serotipos de altísima rentabilidad en cometidos sanitarios o industriales.

Producen aminoácidos, vacunas, toxinas o cualquier bioproducto que el hombre moderno necesita. Los fenómenos de recombinación genética han transformado a los microorganismos en la más cualificada y barata mano de obra de las modernas industrias de biotecnología. Hay casos mixtos, como cuando antaño se estabulaban terneras o caballos para obtener la vacuna antivariólica o antisueros específicos o de forma parecida el caso de la producción “industrial” de huevos necesarios para producir anualmente la vacuna antigripal.

En todo laboratorio de Microbiología, industria farmacéutica o alimentaria recibe una atención especial la cepoteca donde se conservan las cepas de control, indicadores o productoras.

Son convenientemente seleccionadas y modificadas para los diferentes objetivos. Pero siempre para hacerlas rendir al máximo posible.

J. Prieto

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