infección

La relación infección-arquitectura hospitalaria es incontestable

El concepto actual de hospital y su  arquitectura queda muy alejado de épocas pasadas en que la mayor morbi-mortalidad se debía a las infecciones.

Hoy han cambiado la prevalencia, etiología, pronóstico, etc., pero la infección sigue presente. Históricamente la atención a los enfermos, generalmente desahuciados, relacionados con la caridad, peregrinajes, o Cruzadas se realizaba en el entorno de instituciones religiosas; En el mejor de los casos en lonjas del mismo estilo arquitectónico de la institución.

Desde la Edad Media preocupan las infecciones y algunos hospitales son paradigmáticos. Uno es el H. Mayor de Milán, renacentista (Siglo XV), que reduce la mortalidad infecciosa al incorporar elementos higiénicos como las letrinas, un colector general o los conductos de ventilación. Las guerras de los siglos XVII y XVIII demandan hospitales de postguerra (Inválidos) como el Hôtel-Dieu de París (1750),  otro modelo, que llegó a disponer de 5.000 camas. Su reconstrucción tras un incendio permitió reformas higiénicas y la edificación del pabellón de incurables o infecciosos.

Hacia 1850, tiempos de discusión sobre generación espontánea y “miasmas”, surgen 2 figuras cuyas aportaciones fueron tomadas en consideración. Florence Nightingale, en un hospital inglés (Guerra de Crimea) construido sobre un colector abierto y otras deficiencias, ordena su corrección. Anota un descenso del 42% en la mortalidad por cólera, heridas infectadas etc. hasta un 2,2%. I. Semmelweis demuestra la relación de la mortalidad puerperal con la ausencia de cuidados higiénicos y el tráfico desordenado de sanitarios y alumnos por salas de partos, de autopsias, o quirúrgicas. En la construcción o reformas de los hospitales se demuestra un mejor pronóstico de los hospitalizados si se contemplan: orientación, ventilación, colectores, tratamiento de residuos, separaciones de salas de autopsias, quirúrgicas, etc.

Entre los siglos XVIII y XIX, los pabellones aislados dan solución arquitectónica a las nuevas necesidades sociales como Prisiones, Cuarteles, Fábricas u Hospitales. Permite especializar actividades, reducir riesgos y facilitar soleamiento y ventilación. En España tenemos magníficos ejemplos como el Hospital de Basurto (Bilbao), San Pablo (Barcelona), del Rey de infecciosas (Madrid) o el antiguo Gómez Ulla (Madrid).

En esta época se construyen instalaciones como los Lazaretos (en España el de Mahon y el de San Simón en Vigo) cuyo objetivo era controlar la higiene de mercancías y las epidemias de los viajeros. Aislados de la población, incluso amurallados, disponían de pabellones para infectados y para cuarentenables, construcción central para oficios religiosos aislada de los anteriores pabellones, plaza para cuarentena de mercancías, horno crematorio, sahumerio, cementerio etc.

Otras instalaciones eran las leproserías (las últimas españolas, Trillo y Fontilles). Se construyen palacetes o balnearios con buena higiene, aislados en plena naturaleza. Para la tuberculosis se construyen pabellones anejos a los hospitales o aislados en zonas de sierra con amplias galerías soleadas para la helioterapia. Estoy convencido que la tuberculosis, epidemia blanca, enfermedad silenciosa, marcó de una manera solapada pero contundente la arquitectura del siglo XX: edificios soleados, aireados, con grandes ventanales, galerías y balconadas, de blancos o claras pinturas y decoraciones.

Ya avanzado el siglo XX se impone la arquitectura vertical y, con los antibióticos, el interés por la infección se reduce, se supone controlada y se da prioridad a criterios economicistas, comunicación, centralización de servicios… Algunos arquitectos optan por un sistema mixto: una torre conectada a varios pabellones e incluso se vuelve al sistema de pabellones pero conectados en serie o en batería que permiten mayor flexibilidad para remodelar, aislar o incorporar novedades.

Se demuestra que, de los edificios civiles, los hospitales son los que envejecen más rápidamente. La dinámica de novedades es espectacular. El Plan Directorio se acaba imponiendo en las interminables remodelaciones hospitalarias. Un listado de puntos arquitectónicos relacionados con infecciones puede resultar interminable: Aislamientos de quirófanos, UCIs, espacios para residuos biológicos, instalaciones de aire acondicionado áreas para esterilización, remodelación de salas de autopsias,  nuevos laboratorios (virus, priones…).

El arquitecto no puede olvidar el “edificio enfermo” agravante de la infección hospitalaria. Los enfermos son mas vulnerables (trasplantes, inmunocomprometidos…), hay nuevas formas de enfermar (hepatitis, SIDA…), nuevas amenazas (bioterrorismo), llegada de infecciones a través de urgencias o del tráfico de personas. Un hospital de 1.200 camas con unos 6.000 trabajadores, suministradores, visitantes, etc. constituyen una “ciudad” congestionada de mas de 10.000 personas. En estas circunstancias el control de la infección es sumamente complejo y la arquitectura tiene que ser protagonista. Tiene que ser muy flexible para dar respuesta a las contínuas situaciones emergentes. Solo puede hacerse integrando la labor de todos, especialmente arquitecto, ingeniero, preventivista, infectólogo y microbiólogo.

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