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Antibiótico. De drogas salvadoras a moneda de cambio

Recorrido Histórico sobre los antibióticos como drogas salvadoras hasta convertirse en moneda de cambio de la industria farmaceutica

Antibiótivos de drogas a dinero

Recorrido Histórico sobre los antibiótico como drogas salvadoras hasta convertirse en moneda de cambio de la industria farmacéutica.

Si hay una situación universal en la que el hombre es desprendido y generoso con su dinero, esa es la enfermedad. No es de extrañar entonces que en este entorno hayan proliferado los aprovechados, timadores y negociantes sin escrúpulos. Solo los profesionales vocacionales (religiosos, sanitarios….) han mantenido el altruismo a lo largo del tiempo. No obstante, las suspicacias, las actuaciones de algunas profesionales, y la aparición de nuevos fenómenos, no siempre previstos en normas deontológicas, ha sido motivo frecuentes de conflictos de intereses, acciones indeseables para el bolsillo y salud de los pacientes y críticas irónicas, en el mejor de los casos, por parte de los ciudadanos.

Desgraciadamente, cuando media el dinero, el altruismo se diluye. Cuando la condesa de Chinchón preparó el paquete de corteza de quina para curar su malaria en España no podía suponer que 1) aunque ella no llegaría, la corteza de la quina si, 2) hacía llegar a Europa el primer tratamiento específico frente a la terrible y extendida enfermedad y 3) daba pie a uno de los principales negocios de la época.

Algunos comerciantes vieron inmediatamente las ventajas de este negocio al comprobar que el primer cargamento de esta nueva y milagrosa droga que, procedente del Perú, llegó a Sevilla se vendió mejor que el oro sin los riesgos de extracción, transporte y distribución del precioso metal. La corona, adecuadamente asesorada, mantuvo el monopolio en Sevilla desde donde se distribuía a los Países Bajos, Italia, Francia e Inglaterra. De la cadena de distribución se encargan los jesuitas, garantizando, por las partidas de beneficencia, el suministro a los pobres. Se había abierto una posibilidad comercial a las que seguirían el guayaco, ipecacuana y otras. Parecía cumplirse la finalidad de Colon de abrir una ruta nueva para las “especias”.

En el presente, algunas situaciones puede darnos idea del impacto económico de los antibiótico. La 2ª guerra mundial terminó, quizás también empezó, con una “guerra” comercial donde los antimicrobianos tuvieran mucho que ver. Entre las sulfamidas (de origen alemán) y las penicilinas (anglo-americanas) terminaron por imponerse estas últimas. Se inicia una carrera desenfrenada, jalonada por numerosos descubrimientos, muy bien aceptada por sanitarios y consumidores. Pero la producción de antibióticos no está al alcance de los clásicos laboratorios que funcionaba como pequeñas industrias familiares. Se requieren enormes inversiones en cadenas de fermentación, purificación, control etc. y sobre todo investigación Solo grandes consorcios pueden hacerlo.

En España solo para producir antibióticos, bajo patentes extranjeras, sin permitirse grandes inversiones en investigación, debieron unirse 6 u 8 laboratorios para constituir “Antibióticos SA” y “laboratorios CEPA” las dos empresas españolas de los años 50. Eso si, subvencionadas por el Estado. Hay que pensar que las grandes empresas deben resarcirse de sus inversiones y obtener grandes beneficios para seguir investigando y repartir dividendos a sus socios. Terminan imponiendo precios elevadísimos a los antibióticos. Es así comprensible que el comercio de los antibióticos revolucionara la industria farmacéutica conviertiéndose en su motor.

Recuerdo un episodio quizás menor pero llamativo. En los años 70 algunos laboratorios españoles comercializaban gentamicina a un precio muy inferior al de la firma productora que había fijado un precio muy ajustado. Resultó que se importaba de países del Este que no pagaba royalities, no invertían en control de calidad ni, por supuesto en investigación. La rentabilidad inmediata era enorme.

Recientemente, algunos distribuidores compraban a precio fijo de intervención estatal grandes cantidades de un antibiótico por ejemplo, a una firma fabricante para venderlo después mas caro en otro país en el que firma fabricante también produce el antibiótico. Las consecuencias han sido múltiples. Desorganización y pérdidas del fabricante, ganancias suculentas del distribuidor con el transporte como único gasto, desabatecimientos en España y tensiones entre varias instituciones que ha obligado a numerosas negociaciones.

Por otro lado durante muchos años, los antibióticos ocuparon el primer lugar en ventas en España por grupos terapéuticos, (contabilizados tanto en envases como en euros o pesetas) por encima de analgésicos, antiinflamatorios y antipsicóticos. A partir de los años 85-90 tendió a estabilizarse primero y a descender después el consumo en cantidad, que no en precio, y a caer puestos en la lista de ventas. Ya han bajado al 4º-5º puesto. Actualmente consumimos en España antibióticos por valor de mas de mil doscientos millones de euros.

De manera paralela asistimos a otra novedad. El comercio de antibióticos en agricultura y sobre todo ganadería. En cantidades similares pero a precios mucho mas reducidos el mercado de antibióticos en estos sectores se sitúa seguramente entre 100 y 200 millones de euros. Aspecto difícil de conocer por la falta de información rigurosa y dificultades de control. Solo recientemente Europa ha tomado cartas en el asunto acerca del uso en veterinaria como promotores de engorde prohibiendo determinados antibióticos.

Lo citado, en algunas ocasiones rayando la picaresca de altos vuelos, da idea del interés comercial.

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