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En todas las culturas se agrupaban los componentes de la materia de manera similar: tierra (sólido), agua (líquido), aire (gas) y fuego (energía). Desde los griegos se aplicó un esquema parecido para el cuerpo humano. Se asociaban sus componentes a 4 humores: bilis negra (tierra), flemas (agua), sangre (aire) y bilis amarilla (fuego). Luego llegó la alquimia y la química con el descubrimiento de numerosos elementos.
Los 118 elementos descubiertos se ordenan, atendiendo a sus propiedades, en la Tabla Periódica de los Elementos. Teóricamente, todos los elementos presentes en la naturaleza deben tener alguna relación con la Medicina; en muchos se ha confirmado con más o menos intensidad. Con la revisión del Aluminio (Al) iniciamos una serie de artículos abordando los elementos más interesantes por orden alfabético.
ALUMINIO (Al)
Es uno de los elementos naturales más abundantes, destacando su presencia en la arcilla blanca y en la piedra de alumbre o alunita. En 1807 el inglés Davy pensó en algún elemento desconocido del alumbre y, con gran fe en su predicción, adelantó el nombre de aluminio. Aislado al poco tiempo, por su lustre y dificultad de obtención se consideró entre los metales preciosos junto al oro, plata y platino.
En la Exposición Universal de París (1855), se exhibieron varios lingotes como verdaderas joyas. Rápidamente su fácil obtención por ingeniosos y baratos métodos derrumbó el precio y el mito de metal precioso. Actualmente se extrae con cierta facilidad de la bauxita, roca abundante en la naturaleza, popularizándose en amplios sectores como la construcción, industria o aviación. No obstante, por su presencia en el corindón, rubí y zafiro sigue atrayendo a los clientes de las joyerías.
Con propósitos medicinales ya se utilizaba en Egipto y Babilonia desde 2.000 años A.C. En la antigua Grecia se utilizaba el alumbre en medicina como astringente (cicatrizante, antiinflamatorio y antihemorrágico). Diferentes sales de Alfueron insustituibles (siglos XIX y XX) como absorbentes, astringentes, antisépticos, etc. para infecciones de piel, aparato respiratorio y digestivo. En el “Medicamenta” de 1951, se describían hasta 26 fórmulas de uso legal correspondientes a: alumbre, acetatos, fosfatos, sulfatos y tanatos.
Quizás algunos lectores recuerden o utilicen preparados comercializados muy populares como el “Alunozol”, el “Lacalut” u otras sales de Al. Recordarán también el uso por nuestros padres y abuelos, tras el afeitado, de una piedra semitransparente o lechosa de acción refrescante, suavizante y cicatrizante. Se trataba de la piedra de alumbre o alunita, usada ya por los romanos como desodorante natural al reducir la sudoración y, en consecuencia, la carga bacteriana. Los modernos compuestos químicos parecieron acabar con estos desodorantes, pero vuelve la demanda por lo ecológico y natural. Seguramente los derivados del Al han hecho máspor la convivencia de muchedumbres humana a lo largo de la historia que cualquier otra medida.
La modesta arcilla blanca, silicato de aluminio, se ha aprovechado por sus propiedades: absorbente, secante y no irritante. No ha perdido su uso como tamiz molecular en separaciones por cromatografía en capa fina y en otras aplicaciones de laboratorio.
Decayó su uso como excipiente universal, pero se sigue utilizando masivamente en determinados campos, como el de los dentífricos y algunos antisépticos. Están presentes a altas concentraciones en fármacos como los antiácidos hidroxi-alumínicos, las aspirinas tamponadas, productos antidiarreicos o adyuvantes. En enfermos con úlcera gastroduodenal por Helicobacter, los inhibidores de la bomba de protones, más modernos, ofrecen ventajas sobre el hidróxido alumínico. ¿Se puede dar por acabada la era del aluminio entre los antiácidos? Ni mucho menos, está presente en algunos de los más utilizados. Además, los compuestos de Al usados como antidiarreicos, por su carácter astringente y escasa o nula absorción, siguen siendo útiles en muchos casos, especialmente cuando se desaconsejan los antibióticos.
– El Al en el campo de los desodorantes. La sudoración normal, y no digamos la hiperhidrosis, conduce a la descomposición de compuestos orgánicos por la microbiota de la zona. Especialmente las axilas, ingles y pies, albergan una enorme cantidad de microorganismos productores de moléculas volátiles como los ácidos propiónico, butírico o caproico. El olor resultante lo conocemos todos. Gracias a los desodorantes, que suelen llevar sales de aluminio en su composición, la sudoración y los consiguientes ácidos malolientes son más llevaderos.
Al como adyuvante. En 1925 el francés Gaston Roman observó la producción de abscesos en caballos inoculados con vacunas “sucias” contaminadas con tapioca. A cambio su inmunización mejoraba muchísimo. La misma propiedad, pero sin producir abscesos, se comprobó con sales de Al. Su estabilidad y complejidad estructural confiere a los antígenos de las vacunas una alta respuesta inmune.Desde 1926, conocidas como “adyuvantes de alumbre”, se convirtieron en compañeras constantes de las vacunas antitóxicas. Más tarde se añadieron restos de micobacterias al citado adyuvante, utilizándose durante más de 50 años con la denominación de “adyuvante de Freund”. Comprobados algunos efectos indeseables, se volvió a la formulación original, que no al nombre. Se denominó “adyuvante incompleto de Freund”, ¡qué curioso!
Actualmente se han introducido algunas novedades. El AS04 es un adyuvante de lípido A (componente de endotoxinas) adsorbido a fosfato de Al, incorporado a varias vacunas antivirales. Las sales de Al actuarían como adyuvantes de la inulina en la activación de la vía alternativa del complemento. Pero la saponina, escualeno y varios derivados sintéticos, entre otros compuestos, están llamados a sustituir al Al como adyuvante.
Otras aplicaciones. El agua de Burow, actualmente de escaso uso, fue un remedio médico de primer orden hasta los años cincuenta. Se trata de una fórmula con subacetato de Al, ácido acético glacial y agua. Las compresas humedecidas con este preparado, aplicadas sobre picaduras, sarpullidos, heridas y otras lesiones ejercen propiedades astringentes, antipruriginosas y antibacterianas. No son mucho mejores las cremas farmacológicas actuales, pero…
El acetato de aluminio se usó en otro tiempo para hacer gargarismos en infecciones faríngeas y en lavativas uretrales sustituyendo al permanganato. ¡Pobres gonorreicos! Menos mal que llegó la penicilina.
Los compuestos de Al (lactatos, óxidos,…) siguen teniendo notables aplicaciones en Odontología: prótesis, material de relleno, limpieza de encías sensibles, etc.
No se conoce ninguna función fisiológica, por lo que cualquier traza en células o tejidos humanos, y son muy habituales, deberían tomarse con reservas. Se consideraba inocuo por su estabilidad, pero en las últimas décadas se discute su papel en algunos efectos adversos. Algunos estudios poco relevantes han demostrado su solubilización y absorción a favor de la temperatura y medio ácido. El te, rico en Al, servido caliente, con limón, en recipientes de Al, tendría muchas posibilidades. No menos que las conservas en lata, cubiertos, papel de Al, etc, pero no se ha demostrado su peligro.
Se ha buscado una relación del Al contenido en contaminantes y en fármacos con efectos secundarios en diversas patologías. En enfermos renales se ha investigado su relación con alteraciones óseas, anemia y “demencia alumínica”, pero solo se confirman vagamente en enfermos terminales. La producción experimental de anemia por acción del AL sobre el sistema eritropoyético tampoco ha sido concluyente. Su acción sobre el sistema nervioso es más controvertida por la potencial acumulación del Al en estos tejidos. Algunos autores lo consideran neurotóxico, productor de pérdida de memoria, temblores, ataxia, convulsiones, etc. También se ha sugerido una relación con la patogenia del Alzheimer, sin una clara relación causa efecto.
No se puede menospreciar su alta concentración ambiental en residuos urbanos y ciertas explotaciones industriales y mineras, pero la fuente más importante para el hombre es la administración medicamentosa. Especial atención requieren los adyuvantes de las vacunas; ¡inoculación directa de Al a miles de millones de niños sin evidencias de efectos secundarios!.
La historia del aluminio es coincidente con la de la humanidad. Sin el Al, por sus propiedades desodorantes, las aglomeraciones humanas serían insoportables. Está omnipresente en la alimentación, el desarrollo industrial, la medicina, etc. La moderna farmacopea no ha acabado con este elemento; al contrario, lo sigue incorporando a numerosas presentaciones.
A pesar de la sobreexposición humana, destaca su respetuoso comportamiento con los microorganismos y el medio biológico. El juicio sobre los “delitos” tóxicos del Al se sustenta sobre meros indicios o sospechas y, ante la ausencia de pruebas concluyentes, debe ser declarado inocente.
Próximamente, más medicina por elementos en Esfera Salud
Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.
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[…] La Medicina por elementos: Aluminio […]
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