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Sobre los orígenes, se asocia su descubrimiento a María la Alquimista. Hasta no hace mucho se la conocía despectivamente como María la Judía, la Profetisa o la Hebrea y se le asignaba la profesión de curandera. No era habitual reconocerle méritos, siquiera pseudocientíficos, a una mujer. Afortunadamente la historia y la cultura moderna (cine, literatura) ha recuperado la figura de Hipatia. Esta mujer a principios del siglo V tuvo una gran importancia en la escuela de Alejandría como matemática, astrónoma y filósofa.
De su mano se ha empezado a reivindicar la importancia histórica de María la Alquimista que vivió también en Alejandría entre los siglos I y III. Numerosas referencias medievales le atribuyen varios libros, desconocidos en la actualidad, probablemente desaparecidos en la destrucción de la biblioteca de Alejandría. Pero las aportaciones conocidas la sitúan como la Madre de la Alquimia. Y una de las precursoras más antiguas de la Química.
Se le reconoce la invención del “kerotakis” para obtener el “negro de María”, materia de partida en alquimia, y para extracción de esencias vegetales. También inventó el destilador de 3 brazos o “tribikos” utilizado hasta hace pocas décadas. Pero el más interesante para los microbiólogos fue el “baño María”.
Como bien se sabe, este método permite el calentamiento progresivo de cualquier producto por convención térmica del medio utilizado, generalmente agua. Para ello el contenedor del producto a tratar se coloca en un recipiente mayor con agua que se calienta hasta la temperatura deseada, nunca superior a los 100ºC correspondientes a la temperatura de ebullición.
Las aplicaciones del baño María son numerosas en la vida cotidiana. Es bien conocido su papel en la preparación de exquisitos platos con derivados lácteos, de huevos, etc. Y en la neutralización microbiana para las conservas y semiconservas.
El reputado confitero parisino Nicholas Appert desconocía el mundo microbiano aunque empíricamente sabía que con el calor impedía o frenaba los “fermentos” y por ende la fermentación de los alimentos. Se hizo famoso su método para conservar alimentos en recipientes cerrados y preparados al baño María. Con este método ganó en 1795 el concurso de 12.000 francos convocado por Napoleón para hacer frente al grave problema logístico alimentario de las tropas desplazadas en las guerras europeas.
Esta experiencia serviría a L. Pasteur en su rechazo (1864) a la teoría de la generación espontánea y para preparar la vacuna anticarbuncosa. Por cierto, con la vacuna se la jugó pero tuvo la suerte de lograr la vacuna muerta del B. anthracis a partir de suspensiones bacterianas que no esporularon. A 50ºC no habría eliminado las esporas.
A finales del XIX, el físico irlandés John Tyndall se posicionó junto a Pasteur en los debates sobre la generación espontánea. Para la esterilización de productos delicados ideó el uso del baño María a temperaturas suaves que eliminaran las formas vegetativas. Las esporas que germinaran después serían eliminados en el siguiente proceso de esterilización.
Desarrolló así el método de esterilización fraccionada o discontinua, conocido como “tyndalización”. Sus estudios de partículas en suspensión le permitieron explicar la visión de las partículas invisibles de polvo en una habitación con la ventana cerrada por la que entra un rayo de sol. Es el fenómeno de Tyndall, base del microscopio de fondo oscuro, importante en el diagnóstico directo de espiroquetas. Alcanzó tal prestigio que para algunos, los padres de lo Microbiológico fueron la pareja físico-química de Tyndall y Pasteur.
En el actual baño María se han mejorado y ampliado prestaciones y aplicaciones. Son eléctricos con resistencias de inmersión o externas, conectados a la red de agua para llenado y vaciado, abiertos o cerrados, simples o isotermos, con regulación de la temperatura, para T bajas (hasta 60ºC) o altas, con agitador del agua o de la propia bandeja, y con cuadro de mandos para seleccionar las condiciones.
Los baños son imprescindibles en la esterilización de biomateriales, instrumentos de exploración e intervención que se alteran a partir de determinada temperatura. También se usan en la preparación de antígenos, esterilización de suspensiones microbianas y productos que se alteran a 45-60ºC como algunas vacunas. Otro uso habitual es en el diagnóstico (reacciones serológicas) e investigación de lo microbiológico.
Ningún otro aparato ha tenido tan largo recorrido histórico, ligado a la microbiología, como el inventado por María la Alquimista. Junto a Hipatia, adquiere una especial relevancia si constatamos que en el campo científico-técnico no destaca ninguna otra mujer hasta la Edad Contemporánea.
Todavía hoy día las mujeres no lo tienen fácil para hacer valer sus méritos en el ámbito científico.
J.Prieto. El baño maría y lo microbiológico.
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