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La tuberculosis es un referente histórico polifacético

“…R. Koch dio un paso importante con el agente del carbunclo… la tuberculosis era otra cosa: se discutía la cronificación, diversidad clínica, contagiosidad, etiología, carácter infeccioso, etc….»

Parecerá una simpleza pero los Postulados de Koch para defender la etiología de la tuberculosis marcaron la medicina moderna. Y no fue una casualidad. En el contexto de la época R. Koch como estudiante solo conoció indirectamente el debate sobre la generación espontánea que dejó zanjado Pasteur en 1864. Luego se aislaron bacterias de infecciones, pero sin asignarles un papel seguro. Nadie se arriesgaba a las críticas de los famosos Villemin, Pasteur, Virchow, Pettenkofer, etc. Pero R. Koch dio un paso importante con el agente del carbunco: lo cultivó, lo inoculó experimentalmente y reprodujo la enfermedad.

Su hallazgo fue irrefutable pero ésta es una enfermedad bien definida; la tuberculosis era otra cosa: se discutía la cronificación, diversidad clínica, contagiosidad, etiología, carácter infeccioso, etc. Solo se podía avanzar con alto grado de abstracción, propia de los pensadores alemanes, método y experiencia, como la adquirida por Koch con el carbunco, lo que le permitió descubrir el bacilo tuberculoso (24-marzo 1882).

Aún tardaría en publicar (1890) los Postulados como los conocemos hoy día aplicables a infecciones específicas: 1) se hallará el mismo microbio en todos los casos de la misma enfermedad, 2) se cultivará en medios artificiales desde donde 3) se inoculará al animal experimental al que producirá la misma enfermedad de la que 4) se aislará de nuevo el mismo microbio.

No fue casual el hallazgo de la ácido-alcohol resistencia. Se probaron todo tipo de colorantes para diferenciar especies, células, estructuras… hasta dar con el método de Ziehl y Neelsen, útil también para teñir el bacilo de la lepra y otras especies, quistes y huevos de parásitos, etc.

Cuántas horas habrán pasado miles de microbiólogos buscando los bacilos “rojos” y cuántas tuberculosis se habrán confirmado con este método.

Tampoco el azar llevó el agar a los cultivos. Koch intuyó la importancia de obtener cultivos puros y en caldo era difícil. Con el bacilo del carbunco lo logró a duras penas pero el tuberculoso era diferente. Ensayó con albúmina y suero coagulados, gelatina, rodajas de patata, combinaciones de los citadas y cualquier nueva idea, hasta el agar… y las “cajitas” de Petri.

Desde entonces han sido insustituibles para diagnóstico, investigación, antibiogramas, etc. de bacterias y hongos. Sobre el animal experimental, C. Bernard lo había fijado como base del método científico y Koch lo confirmó con la tuberculosis (ratones, conejos, cobayas).

El sensible cobaya, “conejillo de Indias”, resultó clave en muchas investigaciones microbianas posteriores, con altibajos, es cierto, por la decepción de la “vacuna de Koch” y el hallazgo a lo largo del siglo XX de otros animales mas adecuados para según qué experimento.

Precisamente la observación en el conejo o cobaya del fenómeno de Koch abrió un nuevo campo, el de la hipesensibilidad retardada. Las intradermorreacciones, especialmente la prueba de Mantoux, se utilizan en diagnóstico e investigación inmunológica (componente celular).

Una de las primeras especialidades médico quirúrgicas fue la tisiología que se mantiene en muchos países. Pero todo médico debería tener buena formación tisiológica. A diario hará diagnósticos diferenciales y la tuberculosis será un proceso a descartar o confirmar.

En pocas enfermedades se han ensayado tantos remedios, siempre asociados, como en la tuberculosis. Luego llegaría la estreptomicina en 1944 creando expectativas fallidas por los fracasos terapéuticos en el curso del tratamiento. Las asociaciones con los nuevos tuberculostáticos que van apareciendo, marcan el modelo para otras infecciones como la brucelosis o el sida.

En la profilaxis, la BCG fue toda una lección de constancia (13 años, 237 pases, cientos de millones de niños vacunados) para la investigación de vacunas atenuadas. Los estudiosos de la evolución y especiación microbiana, los investigadores de modelos patogénicos (intracelular, persistencia…) y diagnósticos, terapeutas preocupados por el cumplimiento terapéutico, científicos que no han mejorado la BCG etc. siempre utilizarán el referente de la tuberculosis.

La magnitud social de la tuberculosis se evidencia con algunos ejemplos: “La romántica” (tuberculosis) la padecieron escritores como Balzac, Poe, Molière, Becquer, las Brontë, Chéjov, Kafka, Orwel, Voltaire o Cela; pintores como Gauguin, Modigliani o Wateau; compositores como Chopin, Paganini o Stravinski; intelectuales como Goethe, Kant, Spinoza, Graham Bell o Ramón y Cajal; amén de políticos, religiosos y profesionales famosos. Las obras con el relevante papel de la tuberculosis es numerosa.

Sirvan de ejemplo: La Traviata, la dama de las Camelias, Los miserables, Pabellón de reposo, Crimen y castigo y otras obras literarias y cinematográficas. La sífilis o el sida guardan algunas similitudes sin aproximarse a su impacto. Su influencia en la arquitectura moderna: sol, ventilación, y situación estratégica de dispensarios, hospitales de montaña, y pabellones de aislamiento ha sido notable.

También la tuberculosis ha impactado socialmente en las postguerras, minería-silicosis y movimientos migratorios. Recuerde los controles antituberculosos de emigración en Ellis Island en el XIX que se actualizan en situaciones como el SIDA, el SARS o bioterrorismo. En resumen se trata de una enfermedad que, con sus luces y sombras, es una fuente inagotable de lecciones para todos.

Autor: J.Prieto. La tuberculosis de R. Koch y el carbunclo.

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