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El Paraíso como destino del hombre fue un sueño fugaz. La expulsión de Adán y Eva (Génesis) implícitamente condenó a la humanidad a padecer todo tipo de enfermedades. Durante siglos se trataron con oraciones y sacrificios, sin éxito a la vista de los resultados. La gente de poca fe, buscaba los más variados remedios materiales.
La búsqueda de panaceas siempre estuvo en el punto de mira, pero se apuntaba mal. Se trataba de controlar la patología de los humores; sería como eliminar el malestar o las calenturas. Es fácil tratar la fiebre, pero hablamos de otra cosa, de las numerosas y diferentes infecciones y sus causas. Pues bien, todavía surge de vez en cuando la ilusión de encontrar la panacea contra las infecciones. La vehemencia de los científicos, los medios de comunicación y la necesidad social abonan el terreno.
Desde el siglo III aC se usó la triaca, con 50-70 remedios, como panacea universal que popularizó Galeno (siglo I). Su empleo se prolongó durante toda la edad media hasta el siglo XIX. Una alternativa fue el mitridato, de propiedades similares, especialmente para los envenenamientos, pestes y otros contagios. No todos consideraban universales las panaceas cuando algunos recomendaban el bolo arménico y otras pócimas según experiencia. Su éxito dependía más de la fe que de la eficacia.
Era territorio de charlatanes y malandrines como lo refleja muy bien Moliere (siglo XVII) al publicitar en bocadel personaje de su obra, el “Sacamuelas”, la panacea “Orvietan”: “…. Este remedio cura.. mas males que en el término de un año se dirán. La sarna, la roña, la tiña, la fiebre, la peste, la gota, viruela, la hernia, roseola. ¡Oh rara potencia del orvietan! “
Tras mas de 20 siglos en vigor , que ya quisiera cualquier fármaco actual, estas panaceas alquimistas son sustituidos por las modernas panaceas químicas. Ehrlich a principios del XX aporta el concepto de “bala mágica” o toxicidad selectiva de preparados químicos que confirmó con el 606.
¡Había encontrado el método como panacea!. Se consideró en algunos medios el sucesor de la triaca, garantizado por el método utilizado. Los científicos de la época, Marañón entre ellos, ante los escépticos, pregonaban que, ante cualquier problema o nueva indicación necesaria, se fabricaría el 706 y así sucesivamente. Efectivamente al 606 o salvarsan sucedió el 914 o neosalvarsan. Pero fue una ilusión pasajera que necesitaba la sociedad, muy sensible a las noticias de las drogas-milagro.
Hubo gestos como la curación de la hija de Domagk con el prontosil, el “milagro” de la penicilina de Fleming y el equipo de Oxford o la estreptomicina de Waksman para acabar con la epidemia blanca. Fueron suficientes para que la ciudadanía, incluidas los científicos, pensaran con euforia que los antimicrobianos serían la nueva panacea aunque hubiera que asociarlos. En los años 70 hubo fármacos que, como los componentes de la triaca, llevaban más de 10 antimicrobianos en su composición.
No había traspiés, resistencias o toxicidad, que no fuera superado con optimismo. Frases como “un nuevo mecanismo…” “un nuevo y definitivo grupo…” “abre las puertas al definitivo control…” leíamos en la presentación de nuevos aminoglicósidos, penems, glicopeptidos, quinolonas, etc. Los péptidos catiónicos, proteínas de “quorum”, amen de interferons, monoclonales, inmunomoduladores, etc. eran nuevos complementos cuando no panaceas por si mismos. Lamentablemente, la euforia siempre fue efímera y la esperanza de cortos vuelos.
Se ha abusado de la sensibilidad social a la infección. La mejor forma de “vender” un hallazgo es darle una potencial aplicación. Genética de insectos (esterilización de vectores) biomateriales con biocidas, genoma o microbioma son algunos ejemplos entusiastas de panaceas con dudosas garantías.
Otra línea se refiere a las vacunas con éxito desigual. La vacuna de Jenner demostró, por su eficacia, ser la panacea para la viruela. Pero se necesitó paciencia. Se tardaría casi 200 años en anotar el ultimo caso (1977). Este hecho levantó tantas expectativas, que pareció poner al alcance de la mano el control de las infecciones mas importantes. Pero ¿dónde quedan las promesas de salud para todos en el año 2000”? ¿y la erradicación de la poliomielitis y tuberculosis antes del siglo XXI? por ejemplo.
Durante estos dos siglos numerosas vacunas quedaron como panaceas ¿específicas?, que no es poco, frente a difteria, tétanos, tos ferina, gripe, polio, etc. Pero no se cubrieron las expectativas en casos como la fiebre tifoidea, tuberculosis, cólera, disentería, paludismo o el SIDA, entre otros ejemplos
En resumen, en contra juega el Génesis, la sobreestimación y vanidad de los científicos, cuando no la soberbia alimentada por los medios de comunicación, la contundente afirmación de Pasteur “Señores la última palabra la tendrán las bacterias” y la propia naturaleza con su biodiversidad. Sin embargo necesitamos buscar mecanismos con enunciados biológicos universales que a su vez permitan proponer y desarrollar medidas universales, es decir panaceas, para el control de la infección con la secreta esperanza de lograrlo. O sea necesitamos soñar.
J Prieto.
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