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La obra literaria de Santiago Ramón y Cajal y su pensamiento (IV)

2 comentarios

  1. P.S.: También yo cometo errores. En mi comentario de hace unos minutos, he dejado escapar una coma sin poner.

  2. A quienes me leyeren, saludos.
    Se nota que el señor González es leído, por la cantidad de pasajes que comenta, enlaza y cita.
    Me ha sorprendido mucho la metáfora de la búsqueda de un fin imposible como el de la leyenda de Gilgamés. También yo he buscado una meta fabulosa en la vida; pero, a diferencia del héroe legendario, logré alcanzarla estos últimos años: comprender en profundidad cómo se las arreglan los sistemas nerviosos para reconocer y comprender su entorno, a fin de disfrutarlo y sobrevivir hasta, al menos, haber completado sus tareas procreativas; y, nosotros con los nuestros, para pensar, imaginar, escribir bellas obras y desear metas imposibles. Buscando estaba yo, precisamente, con la intención de incluirlas en el artículo que escribo, en el que expongo y pruebo mis descubrimientos referencias a la publicación en París de la obra científica de don Santiago, así como a la traducción al inglés y a la impresión facsímil que sé que existe (por cierto, con título que me consta es incorrecto, pues sé que el original nombraba el tejido nervioso y que, en la tal facsímil, ha sido reemplazada por otra expresión), para ponerle fecha y título correcto, cuando topé con el presente.
    Por cierto, que me habría gustado calificarlo con cinco estrellas, pues casi, casi, casi las merece. Mas así soy yo y lo dejé en cuatro; no habría sido justo con otros escritores de otro modo. Me quedé una pizca decepcionado por alguna que otra falta de puntuación, tanto en el presente artículo como en la transcripción de alguna de las citas, lo que noté en una de don Santiago. Sé que este no las habría cometido, pues leí su más famosa obra científica de joven (un ejemplar original que mi bisabuela tenía en su librería científica) y, en aquella ocasión, no noté ninguna; y mi obsesión por la perfección del detalle era entonces la misma que ahora. Así es como sé lo de la mención al tejido nervioso.
    Doy las gracias al señor González por su extenso artículo, que he disfrutado. Ha debido llevarle mucho tiempo y dedicación.
    Kurt Artingadi (pseudónimo)

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