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La Enfermedad de Chagas es endémica de Latinoamérica y considerada por la OMS como una de las 20 enfermedades peor atendidas sanitariamente. Afecta a más de 15 millones de personas con unos 50.000 muertos anuales. Fuera del continente americano, el destino más importante de la diáspora migratoria, con la enfermedad incorporada, ha sido España.
En 1907 se encargó al novato médico Carlos Chagas el plan de lucha antipalúdica de las obras del ferrocarril en Minas Gerais. Chagas, fino observador, encontró cosas raras que no había estudiado en la Facultad de Medicina. Aunque se tratara de una zona muy pobre, detectó demasiados paludismos atípicos y demasiados bocios, cretinismos y anemias tropicales.
Pero más le sorprendió la frecuencia de cuadros cardiacos y la gran cantidad de chinches-“barbeiros”- que convivían en las casuchas con sus habitantes. El joven médico hizo un buen trabajo. Se entregó a buscar el papel de los insectos, encontrando que estaban parasitados por un tripanosoma responsable de la enfermedad, desconocida hasta entonces. Honró a su maestro, Dr. Cruz, denominando Tripanosoma cruzy al agente causal. Recíprocamente el profesor Cruz dio el nombre de Enfermedad de Chagas al cuadro clínico.
Se pensó en una nueva enfermedad, consecuencia de la explotación de la naturaleza por el hombre, con deforestación, obras y desplazamientos humanos. Pronto quedó descartada esta teoría al localizarse en áreas alejadas. Después se han encontrado vestigios en momias de varios miles de años de antigüedad.
Enfermedad silenciosa y de poblaciones pobres no suscitó otro interés que el meramente científico de algún “francotirador”. Sirva de ejemplo el primer caso descrito. El 14 de abril (1909), Carlos Chagas, diagnosticó la enfermedad por primera vez en la niña de 2 años Bernice Soares de Moura. Padecía un cuadro febril con hepato-esplenomegalia con la presencia de tripanosomas, hasta su desaparición tras un año de seguimiento. ¿Se tomaron medidas sanitarias y de investigación en esta zona de alta endemicidad?. No lo parece. El primer proyecto de investigación de la Facultad de Medicina de Belo Horizonte para estudiar la zona data de 1961. Se celebró haber localizado a la “niña” Bernice ¡53 años después!, que estuvo asintomática hasta su muerte.
Se trata de una zoonosis de animales domésticos y salvajes, producida por un tripanosoma, protozoo hemático. Se transmite al hombre por la picadura y heces contaminadas de insectos hematófagos, principalmente triatomas.
La enfermedad presenta unas características duales. Doble protagonismo en el descubrimiento (Chagas, Cruzi). / Doble parasitación, animales –hombre. / Doble ciclo, en el vector forma flagelada infectante, forma aflagelada, infecciosa en el hospedador. / Dos formas clínicas, aguda (en niños sobre todo) y crónica (en adultos). / Dos características sanitarias, silenciosa y silenciada. / Dos modelos de dispersión humana, trashumancia y diáspora.
Tras el descubrimiento en Brasil, pronto se sucedieron hallazgos de focos endémicos en Argentina, Uruguay, Chile, Venezuela y Bolivia. Estudios posteriores descubrieron también una notable incidencia en Colombia, Ecuador, Guatemala y resto de América Central, Méjico y sur de USA.
En el Continente americano se considera posible la presencia de enfermedad autóctona entre los paralelos 42 N y 43 S. Pero solo entre los paralelos 25 N y S, se han localizado tripanosomas y vectores en animales domésticos. Fuera de estos paralelos, la enfermedad respondería a la potencial diáspora humana, detectada en la población desplazada lejos de las zonas endémicas.
El estudio retrospectivo de la enfermedad desmontó la existencia de un único foco en Minas Gerais, donde se descubrió, o en cualquier otro. Las características de la trashumancia explicarían la dispersión o, al menos, la extensión de la endemicidad.
En la época precolombina, la supervivencia de los más pobres estaba condicionada por la caza y el clima, que obligaba a la trashumancia. Los pastos para rebaños de llamas y alpacas marcaban los largos recorridos por valles y montañas; los Andes eran la referencia. Los trashumantes descansaban en “pircas” (refugios provisionales de piedra, ramas y paja) efímeras y precarias, que se arreglaban anualmente. Allí quedaban los familiares más débiles hasta la vuelta.
Frecuentemente se formaban pequeñas aldeas marginales, dominadas por el bocio, raquitismo y enfermedades carenciales. Seguro que tripanosomiasis también, como compañera habitual. En el Caribe colombiano y centroamericano solo cambiaban las rutas; ida y vuelta entre las tierras bajas inundables y las sabanas más secas. Para los trashumantes, como para la enfermedad, no existen otras fronteras que la geografía de tierras deshabitadas.
Con la colonización, las cosas cambiaron, a lo “lampedusa”, para seguir todo igual. Se introdujeron nuevas especies ganaderas (vacuno, equino y, en los Andes, ovino y caprino), coexistiendo con los camélidos autóctonos (llamas y alpacas). Pero la trashumancia, sobre todo en regiones andinas, siguió con estructuras similares de vivienda y organización. Los tripanosomas, y los agentes vectores, saludaron el nuevo escenario con una perfecta adaptación. Estas circunstancias no se alteraron tras los hallazgos de Carlos Chagas en 1909. Se desdeñó su importancia, porque pareció un problema endémico, limitado a pequeñas áreas pobres y rurales.
La novedad surgió con otra forma más reciente de trashumancia: migración a la periferia de grandes ciudades (Río, Sao Paulo, Lima, Quito,…). Se hace sin rebaños ni retornos, pero con la enfermedad en fase crónica “a cuestas”. Las precarias viviendas, condiciones higiénicas, animales peridomésticos y chinches vehiculadores, explican la persistencia de la enfermedad en las megaciudades.
Paradójicamente las medidas sanitarias, a propuesta de organismos internacionales, ha intensificado la lucha en la adecuación de las viviendas rurales con buenos resultados, no así en los suburbios de grandes ciudades. En los años 70 ganó interés la transmisión congénita, la transfusional y la contaminación de alimentos (jugos de frutas sobre todo). En general, la previsión del control de las chinches transmisoras para el 2.010, se ha saldado con una reducción poco satisfactoria de la enfermedad.
En los últimos 70 años se intensificaron las migraciones desde áreas endémicas hacia las grandes ciudades nacionales y extranjeras. Se estima que en 2017, unos 37 millones de latinoamericanos residían fuera de sus países. Una parte importante migró a USA, Canadá, países del Pacífico Occidental y Europa, especialmente España, donde residen unos 2,3 millones.
La mayoría de los migrantes, adultos jóvenes pertenecientes a clases humildes de áreas urbana y rural, reunían las características de la diáspora. Es decir, dispersión en busca de recursos con el objetivo, o al menos la ilusión, de volver a su tierra. Muchos de ellos salieron con su tripanosomiasis crónica y con ella están volviendo. Mientras tanto, es fácil imaginar su escenario laboral, familiar y social.
En los países de destino, unos pasaron desapercibidos; no se pensaba en la enfermedad de Chagas. A otros se les trató de sus dolencias tras un diagnóstico, no siempre fácil en los primeros tiempos. Según el Ministerio de Sanidad español (2009), los latinoamericanos sumaban 1,6 millones de personas (2,3 en 2.017).
De ellos, 700 mil eran mujeres en edad fértil. Los estudios realizados en varios centros (Madrid, Barcelona, Murcia, etc.) coinciden en destacar la alta incidencia de infectados, unos 68 mil afectados (en torno al 4 %) con varios casos de transmisión vertical y de potencial riesgo por transfusiones. En un informe posterior, R. López Vélez (2.014) rebajaba ya el número de afectados a unas 35-40 mil personas de las que el 30 % presentaba una o varias alteraciones serias (cardiomiopatía, megaesófago y megacolon).
La citada situación se contempla actualmente en los protocolos de Obstetricia y Neonatología, así como de Bancos de sangre. Sin embargo no preocupa el arraigo de la enfermedad en España al no existir vectores específicos ni reservorio demostrado.
El 14 de abril de cada año, desde 2020, se celebra el Día Mundial de la Enfermedad de Chagas a propuesta de la OMS. Según este Organismo, solo se logrará su control combinando medidas científicas y sociales.
Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.
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