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“Solo tenemos un corazón y hay que hacerle caso” (Angeline Jolie). Esta frase, que es una obviedad médica, en boca de una famosa representa un lema digno de atención.
Las cifras que se manejan son desoladoras y los ciudadanos no siempre las perciben en su cruda realidad. Pero si se comparan con las de la pandemia de COVID-19, que nos resultan próximas por su seguimiento cotidiano, resultan demoledoras. En COVID, 2,68 millones de fallecidos / año (4,7 millones en 21 meses), frente a 18 millones / año en Enfermedades Cardio-Vasculares (ECV).
El número de diagnosticados con COVID en el mundo desde enero del 2.020 es de 228,3 millones. Los enfermos del corazón estimados en el mundo son actualmente unos 500 millones. Salvando las diferencias temporales, resulta evidente la mayor dimensión y mortalidad de las ECV.
La sintomatología de angina de pecho, generalmente bien conocida, provoca el miedo individual al infarto de miocardio. Sin embargo, colectivamente los ciudadanos no perciben el problema social de las ECV con la preocupación con que se sigue la pandemia de COVID. Debe ser que “el corazón tiene razones (riesgos) que la razón no entiende”.
El corazón es la diana de importantes factores como: tabaquismo, alcoholismo, estrés, obesidad o diabetes. No conviene olvidar su afectación en la Enfermedad de Chagas, amiloidosis, endocarditis infecciosa, etc. El resultado es la ECV, consecuencia de numerosas incapacidades y muertes.
¡Es importante transmitir el mensaje!
Para resaltarlo y evitar la cotidiana indiferencia, numerosas organizaciones nacionales e internacionales propusieron dedicar un día a visualizar el grave problema de las ECV. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la UNESCO acordaron apoyar a la Federación Mundial del Corazón para centrar el interés de todos en un día concreto. Se fijó el Día Mundial del Corazón el 29 de septiembre de cada año.
Así se da cabida en el mismo día a reconocidos procesos que, siendo causa o consecuencia de ECV, tienen “día propio de celebración”. Es el caso de la Cardiopatía Coronaria, Hipertensión, Ictus, Enfermedad Vascular Periférica, Insuficiencia Cardiaca y cardiopatías varias.
Actividades. Unas 200 organizaciones participan anualmente haciendo visible la importancia de la patología cardiaca a través de numerosas actividades. Entre las más llamativas destacamos: jornadas informativas y educativas, eventos recreativos y deportivos, talleres, congresos, etc.
Cada año, la OMS propone un lema unificador de actividades. En espera de esta iniciativa, muchas organizaciones anuncian sus iniciativas para este año bajo el epígrafe “Piensa en tu corazón”. Por su significación, destacamos varios de los pasados años.
“Buena cabeza y buen corazón, la mejor combinación”
Ante un problema como el que nos ocupa, todos los que estén informados y formados tienen la obligación social de hacer pedagogía. El asunto trasciende las especialidades correspondientes y se debe implicar a todos los ciudadanos en la práctica de hábitos saludables. Es una de las mejores inversiones que se puede realizar, con inmensos beneficios sanitarios y económicos individuales y sociales. Aunque son bien conocidos, conviene reiterar los más útiles para los ciudadanos en general.
Pero el corazón no limita su función a un día de celebración; late permanentemente y como tal, hay que cuidarlo continuamente. “Grabad esto en vuestro corazón: cada día del año es el mejor” (R.W.E.). Nunca debes descuidar tu salud cardiaca. Puede resultarte fatal.
Podemos considerar las ECV como una pandemia (distribución , mortalidad, incremento,…), que coincide con la pandemia de COVID, declarada como tal por la OMS. En este caso concreto se produce una influencia negativa entre ambas, a veces con un sinergismo fatal. Una situación como ésta se conoce con el nuevo término de Sindemia.
Las ECV y sus factores desencadenantes, se han identificado de alto riesgo en el pronóstico de COVID-19. Es lo que ocurre con la hipertensión, la cardiopatía coronaria o la obesidad por ejemplo.
A su vez, la pandemia de COVID se presenta como una triple amenaza para las ECV. En primer lugar, la afectación cardio-pulmonar, neurológica u otras, puede suponer un cuadro de mal pronóstico, dominante sobre el infeccioso. En segundo lugar, es conocido el impacto sobre la ciudadanía de la pandemia actual. El confinamiento, el tipo de trabajo, el miedo, etc. han cambiado algunos hábitos saludables, y no siempre para mejor, porque en ocasiones se abandonan. Por último, las prioridades sanitarias han exigido durante estos meses una restricción, cuando no cierre, de plantillas, centros y servicios sanitarios. El perjuicio para los enfermos cardiovasculares es evidente en todas sus facetas (prevención, diagnóstico, tratamiento y seguimiento).
Falta por ver la dimensión sinérgica exacta de la sindemia sobre las dos facetas pandémicas. Pasarán meses o algunos años, pero acabaremos conociéndola.
Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.
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