Sobre el lenguaje sexista universitario

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El sexismo en el lenguaje es un asunto que levanta ampollas. Nunca fueron plenamente satisfactorios los derechos de la mujer, aunque siempre se tuvieron en cuenta como referimos al final (*). Dos aspectos actuales se deben resaltar. El 1º es la percepción de estos derechos con incrementos de violencia de género, racismos, feminismos, machismos, sexismos, LGTBI+, etc. El 2º es la estructura del Ministerio de Igualdad con Secretaría de Estado, Subsecretaría, 3 Direcciones Generales, 8 Subdirecciones y 1 Secretaría General Técnica. ¡Escasa parece! Los mal intencionados dudan si el primer punto es causa o consecuencia del 2º.

Se ha introducido una jerga de lo políticamente correcto trufada de términos difusos, más bien demagógicos. “Las conquistas sociales”, “los acuerdos transversales”, el “desarrollo sostenible”, “los bloques ideológicos”, etc., exigen evitar el “señalamiento emocional” de según qué personas o individuos. Por ejemplo, se aconseja no mezclar mujeres y hombres bajo los mismos epígrafes.

Las repercusiones en la Universidad, especialmente en las facultades de medicina son notables. Ningún Centro se libra de bulos y conductas sexistas, xenófobas o discriminatorias, y no parece ser nada nuevo. “Durante los años donde no había democracia a las mujeres no se les permitía estudiar”, declaró (26/1/25) el titular del Ministerio de Memoria Democrática.

Sesudas personas vienen dedicando su inteligencia, voluntad y recursos públicos en preparar las recomendaciones, obligatorias a no tardar, para el uso adecuado del lenguaje. El 2/2/25 se hizo público el manifiesto elaborado por el GTPIG, Grupo de Trabajo de Políticas de Igualdad de Género. Lo había encargado la Conferencia de Rectores y Rectoras, CRUE y fue suscrito por 55 universidades de las 94 existentes en España.

El documento propone sustituir profesores por “profesorado”, catedrático por “con acreditación a la cátedra”, alumnos por “alumnado” o “estudiantado” entre otros ejemplos. Se afirma: “el uso de la lengua influye en la construcción de la identidad personal y determina la mentalidad colectiva y la conducta social.” ¿Será un descubrimiento revolucionario? En el manifiesto se añade: “el respeto a las otras personas a través del lenguaje contribuye a la sostenibilidad del planeta”. ¡Acabáramos! Debe ser otro acontecimiento histórico planetario como el descrito por una ministra del gobierno Zapatero.

Autocrítica

Las instituciones garantes de la dignidad de la mujer no son de ayer (*), pero la Memoria Democrática es insistente sobre la igualdad universitaria. En las aulas médicas, la asistencia femenina era masiva desde los años 60. Sería un espejismo porque, según el ministro de Memoria Democrática, no se les permitía estudiar a las mujeres. ¿Había discriminaciones? Sí; siempre fueron más aplicadas, más respetadas y mejor valoradas que los varones. También había excepciones, las hay y las habrá. El lenguaje sexista no se percibía en su contexto, pero el machismo era demoledor; los eufemismos resultaban ridículos. Usábamos sin pudor términos como suspenso, alumno, varón, mujer, testículos, profesor, etc., ¡ver para creer!

En general, los eufemismos chocan frontalmente con el lenguaje científico, concreto y preciso del progreso. Los recuerdos de algunos escenarios en las facultades de medicina resultarían cómicos. Pensar en nuestros viejos profesores (perdón, profesorado) de anatomía, urología, etc., incorporando en su discurso pedagógica una remilgada terminología es para partirse de risa. Curiosamente, los políticos han encontrado en el lenguaje de lo social la coartada para intervenir en la autonomía universitaria.

Expectativas

¿Fusionará el GTPIG a Rectores y Rectoras en el nuevo acrónimo CRyRUE? Conviene preguntarse por el futuro de los rectores-as que no han suscrito el documento. ¿Se les dará una prórroga o serán enviados a centros de reeducación? El GTPIG, merece la categoría de Instituto o Agencia Nacional con delegaciones en todas las universidades y departamentos. La reserva de un sillón en la Academia de la Lengua (RAE), es obligada por las notorias discrepancias existentes. Diagnosticados y corregidos los importantes defectos apuntados ¿ascenderán nuestras universidades a los primeros puestos del ranking de calidad internacional?

¿En Medicina se prohibirán las enseñanzas anatómicas y de materias inductoras de sentimientos y términos conflictivos mientras no se consensue el lenguaje adecuado? Por ejemplo, la urología, ginecología y todo lo genital anatómico, funcional o patológico, sería estudiado bajo el nuevo título de “genitalogía”. Sería accesible solo para personas que superen las pruebas establecidas a tal efecto por la GTPIG.

Conclusión

Ya se hurgó en la Constitución para cambiar “disminuidos” por “personas discapacitadas”; no tardaremos en sustituirlo de nuevo por “diversos funcionales”. Solo los mediocres pretenden cambiar la biología o las ideas modificando el lenguaje y el uso de palabras como arma arrojadiza es de estúpidos. ¡Pues está entre las prioridades del Ministerio de Igualdad y, lo que es peor, de la Universidad española!

(*) Desde mediados del XIX competía a Asuntos Sociales e Igualdad, del Ministerio de Gobernación, luego de Interior. Desde 1939 funcionaron con diversas dependencias: Delegación Nacional de Juventud, Deportes, Servicios Sociales, Sección Femenina e Instituto de la Mujer. En 1982 se incorporaron las competencias sobre la defensa de la mujer en el Ministerio de Trabajo. Estas pasaron al Ministerio de Asuntos Sociales tras su creación en 1988 y en 2008 se creó el Ministerio de Igualdad, en vigor hasta el 2010. Se volvería a crear en 2020 con la estructura actual.

Referencias

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Sobre el autor

José Prieto Prieto

Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde investigó sobre antimicrobianos y poblaciones bacterianas, colaborando en numerosos artículos y libros. En Esfera Salud, sus artículos sobre historia y actualidad de la Medicina están dirigidos a los lectores interesados en temas de Salud.