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Las leyendas son relatos sobre hechos naturales, sobrenaturales o ambos. Por milagrosas o extravagantes que parezcan, son creíbles cuando se identifica a los protagonistas con una ubicación física y temporal. Con frecuencia se construyen sobre mitos integrados en la cultura popular, entre los más diversos rumores. Los milagros de las hostias sangrantes cumplen la verisimilitud de leyendas a las que se suman, a posteriori, las de los prodigiosos microbios.
La contaminación de alimentos, natural o provocada, ha marcado una buena parte del desarrollo humano. Recuérdese el papel de las levaduras en la producción del pan o en la fermentación alcohólica del vino y la cerveza. Algo parecido ocurre con otros microbios en la fermentación láctica para la producción de queso, yogur y similares.
Hasta el descubrimiento de los microbios y el desarrollo industrial, los empirismos y leyendas estaban a la orden del día. Leches agrias, quesos sin cuajar, vinos picados, pan enmohecido, etc., han recreado todo tipo de teorías y leyendas. Los problemas de conservación de alimentos de 1ª necesidad como pan, polenta y otras harinas explican la frecuencia de contaminaciones por mohos y bacterias.
En el asedio de Tiro por Alejandro Magno, el pan de la soldadesca se tiñó de “sangre”, señal de buen augurio. En la Europa del siglo XIV surgió la ¿moda? del baile de san Vito o de san Juan, “trastorno mental colectivo” según algunos expertos. Para otros se trataría del pan contaminado con ergotamina (precursor del ácido lisérgico) del cornezuelo de centeno. Otras leyendas citan el pan mohoso ¿Penicillium?, usado para las heridas infectadas de peregrinos. El pan alterado, rojo, de una tahona parisina, o los casos de polenta roja, provocaron rumores de todo tipo en los últimos siglos.
Las leyendas comenzaron en la Ultima Cena cuando “Jesús…partiendo el pan lo dio a sus discípulos diciendo: tomad, comed; esto es mi cuerpo, …” ¡La que armó el Maestro! En la consagración, el sacerdote, pronunciando las palabras de la Última Cena transforma pan y vino en el cuerpo y sangre de Jesús. Es la transubstanciación- vaya término-, permaneciendo inalterados el pan y el vino.
¿Cuestión de fe o de física cuántica?; es campo de batalla teológico. Berengano de Tours lideró el simbolismo hasta que se le “invitó a recapacitar”, pero los seguidores siguieron en sus “trece”. Luego, con las hostias sangrantes destacaron personajes como Tomás de Aquino, Lutero, Calvino o los Papas, y la Inquisición, cómo no. El concilio de Trento declaró compatibles la presencia natural y la sacramental; no bastó para acabar con discusiones, cismas y las más extravagantes leyendas.
Carlo Acutis ha recogido más de 100 milagros eucarísticos, muchos relacionados con hostias sangrantes. Uno es el de Santarém (Portugal), fechado entre 1230 y 1250, poco antes del de Bolsena. Una mujer maltratada pidió ayuda a una bruja, que le solicitó una hostia consagrada. Tras una comunión simulada, la mujer corrió a entregar la hostia a la bruja, dejando un reguero de sangre. Asustada volvió a casa sucediéndose todo tipo de vicisitudes y leyendas. La reliquia se venera en la iglesia de san Esteban.
La misa de Bolsena es el caso más importante. El sacerdote Pedro de Praga perdió la fe en la transubstanciación. Como todos los caminos llevan a Roma, el verano de 1263 se encaminó hasta la tumba de san Pedro para despejar dudas rezando. Los resultados fueron efímeros. De vuelta a casa, pernoctó en Bolsena donde volvió a perder su fe.
¿En qué consistió la leyenda? Antes de retomar el viaje, se acercó a decir misa a la Basílica de Sta. Cristina, donde se produjeron los hechos. En la consagración, invocar la fórmula mágica y empezar a sangrar la hostia fue todo uno, dando por terminada la ceremonia. Envolvió la hostia sangrante en el corporal, paño de lino blanco, que trasladó a la sacristía, dejando un evidente reguero de sangre.
Informado el papa Urbano IV, comisionó al obispo de Orbieto, que hizo un extenso informe y se responsabilizó de las reliquias; todavía se conservan. El Papa comunicó al mundo el hecho sobrenatural, confirmando el significado de las enigmáticas palabras de la Última Cena. Para celebrarlo estableció la festividad del “Corpus Christi”, una de las mayores de la cristiandad y se construyó la catedral de Orbieto. Rafael inmortalizó el milagro en los admirados frescos del Vaticano.
Réplicas. Como con toda buena leyenda, surgieron réplicas por todos lados. Imágenes policromadas sudaban, lloraban o sangraban por diversos recovecos en oscuras y húmedas capillas o remotas ermitas, especialmente en primavera-verano. En España, aparte de episodios similares, destacó el milagro de san Pantaleón (Valle de Losa) en la reliquia de sangre -ya desaparecida-. Se licuaba el 27 de julio, ante numerosos peregrinos.
Actualmente existe dos reliquias de san Pantaleón de sangre coagulada en Ravello (Italia) y en el monasterio de la Encarnación (Madrid). Se licúan el 27 de cada julio; ¡¡el mismo día!! ¿Es la temperatura, multitud, fe, o física cuántica…?
El farmacéutico italiano B. Bizio era conocedor de las contaminaciones de alimentos, la leyenda del asedio de Tiro, la de Bolsena y otros milagros. En 1819 observó un bacilo en polenta teñida de rojo, que le hizo recordar el tema de las hostias sangrantes y otros milagros similares. Lo comunicó a la Iglesia de Padua, pero sin consecuencias conocidas.
Bizio siguió a lo suyo, “bautizando” a la bacteria como Serratia marcescens (por el físico benedictino S. Serrati y marcescens, del italiano marcescenza, podredumbre). Cien años después se popularizó el nombre de Bacillus prodigiosus , mucho más romántico y comprensible, pero duró poco. Los fríos expertos exigieron la reposición del nombre original propuesto por Bizio, una lástima.
Las serratias son bacterias prodigiosas adaptadas a múltiples medios; son camaleónicas. Con el sustrato adecuado, producen un pigmento pirrólico, rojo, viscoso, la prodigiosina, similar a la hemoglobina, con el aspecto de la sangre. De aquí su implicación en numerosos milagros. Se encontrará donde exista materia orgánica, buena temperatura y humedad, sea medio vegetal, animal o humano. Cualquier noticia sobre ensayos en guerra biológica, medicina, biotecnología, etc. puede ser creíble.
Neurospora crassa ha sido protagonista de numerosas anécdotas científicas como herramienta fundamental para el desarrollo de la genética y la biología molecular. Es un posible candidato a microbio prodigioso en más de un milagro. Se conoce como el moho rojo del pan desde 1843, observado en una panadería parisina. Los esporos, indetectables a simple vista durante el invierno, germinan en verano- a temperatura de tahona- infectando sustratos orgánicos con el color rojo típico.
¿Por qué en la actualidad no se tiene la absoluta seguridad de la asociación de las leyendas religiosas con los prodigios microbianos? La Iglesia no considera milagros los cambios morfológicos, licuefacciones y similares, por lo que no ve con buenos ojos la manipulación de reliquias. Además, algunos estudios de laboratorios diferentes han resultado contradictorios porque el comportamiento de microbiano varía con pequeñas modificaciones experimentales.
¿Existen más candidatos? Cianobacterias, diatomeas, bacterias halófilas, hongos, algas, etc., son algunos ejemplos. Es más, cada especie, y son miles, es una caja de sorpresas desencadenantes de múltiples leyendas tanto religiosas como médicas, biológicas, ecológicas o industriales. El mundo microbiano es un puro prodigio de la naturaleza.
Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.
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