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La hipertensión arterial, una amenaza controlable

La hipertensión arterial es la principal causa de muerte prematura y de aparición de complicaciones en los pacientes que la padecen y que llevan a la discapacidad a numerosos sujetos en todo el mundo.

Es un grave problema de salud pública que actúa como un factor de riesgo importante en la aparición de numerosas enfermedades. Una cantidad muy importante de pacientes que padecen hipertensión desconocen esta situación, siendo diagnosticados en reconocimientos de salud o visitas al médico de carácter rutinario.

Mucha gente desconoce los riesgos que suponen padecer esta enfermedad sin tratamiento, quizás la mitad de las personas que han sido estudiadas, y l no son conscientes de los beneficios que se pueden alcanzar controlándola.

Su principal problema es que no produce síntomas hasta que aparecen sus complicaciones, es decir, no produce dolor, discapacidad, molestias, etcétera hasta que aparece la sintomatología de las complicaciones.

Otro grave problema consiste en que muchos pacientes que sí conocen su condición de hipertensos, no sigue adecuadamente el tratamiento, bien porque se olvidan de la toma de las dosis, bien porque se las toman en momentos inadecuados, bien porque no siguen las recomendaciones dietéticas sugeridas, o sencillamente porque han dejado de tratarse.

La hipertensión exige un aumento importante del trabajo cardiaco, puesto que, para llevar sangre, es decir glucosa y oxígeno entre otras muchas sustancias y metabolitos a los tejidos, el músculo cardiaco ha de realizar una mayor presión para alcanzar un mismo destino; por lo que se llama hipertensión. Esta sobrecarga de trabajo puede complicarse con enfermedades cardíacas, coronarias, aneurismas, hemorragia cerebral, trombosis cerebral, etc., y en ocasiones la muerte.

La medida de la presión arterial se hace con dos valores, el de la presión arterial sistólica (la alta), y el de la presión arterial diastólica (la baja). La primera nos traduce la presión con la que el corazón empuja la sangre hacia las arterias para su distribución hacia los tejidos. Mientras que la segunda mide la presión en los vasos sanguíneos cuando el corazón está dilatándose para volver a llenarse de sangre.

Por todo ello son muy importantes los programas de detección precoz de hipertensión en los servicios de atención primaria, en los de medicina laboral, o con cualquier otro motivo que permita hacer una medida de la presión arterial. El incremento de la presión arterial se va produciendo progresivamente a lo largo de la vida por lo que la vigilancia de esta es imprescindible especialmente a partir de la edad media de la vida. El riesgo de hipertensión aumenta con la edad.

Normalmente se considera hipertensión una presión arterial sistólica de 140 mmHg o superior. A partir estos valores es cuando empieza a aparecer un serio riesgo para la salud. No obstante, se recomienda hacer un seguimiento de la presión arterial a las personas con cifras superiores a los 115 mmHg, para permitir un diagnóstico precoz en aquellos casos que evolucionen hacia una hipertensión, según sugiere el Dr Forouzanfar en una reciente publicación del JAMA

Cuando aparece hipertensión el tratamiento es imprescindible y que se habrá de basar en modificaciones de los estilos de vida, como la dieta saludable, el ejercicio físico, la pérdida de peso, etcétera y el uso de fármacos hipotensores.

Es importante hacer énfasis en el papel que tiene los estilos de vida no saludables como el tabaquismo, junto con los que acabamos de mencionar en la aparición de esta enfermedad. Además, el vivir en zonas urbanas donde la cantidad y calidad del ejercicio es pobre, potencia el efecto de todos estos problemas.

Otro elemento importante en el aumento del número de hipertensos es el progresivo envejecimiento de la población, es decir, la hipertensión es mucho más frecuente en personas mayores en personas jóvenes, dada la pérdida de elasticidad del árbol vascular que se produce con la edad. Por ello la mayor supervivencia que existen en los países más adelantados hace que el número de pacientes con hipertensión sea mayor.

Resumiendo, la vigilancia periódica de la presión arterial cuando se encuentra por encima de 115 mmHg, la adecuada adherencia al tratamiento prescrito por el médico, junto con el cumplimiento de las recomendaciones en los estilos de vida como dieta saludable, disminución del peso, cesación tabáquica, ejercicio adecuado a la situación del sujeto, etc. son los principales mecanismos de que disponemos para controlar la enfermedad y sus complicaciones.

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