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Tras la imposibilidad de anexionarse Granada mediante su habitual política matrimonial, por razones religiosas, fundamentalmente, los Reyes Católicos optan por la conquista militar de dicho reino andalusí. Para ello, aprovechan una disputa interna existente entre los diversos pretendientes al trono nazarí. No obstante, la guerra se prolonga varios años, requiere de un esfuerzo económico importante y supone alianzas internacionales para su buen fin. La Sanidad Militar se inicia de manera continuada, con Hospitales de Campaña y selección y cualificación del personal sanitario.
PALABRAS CLAVE: protomedicato, hospital de la Reina, Julián Gutiérrez de Toledo, Juan de Guadalupe, Lorenzo Badoz, Isabel I de Castilla.
So it was impossible the annexation of Granada’s kingdom by the usual way – based on tactful decided matrimonies of mutual interest – as a consequence of the religious differences, the Catholic Kings decided the chance of get by military conquest such andalusian site. To go on with their plans, they took advantage of an internal disagreement between the various nazarie’s crown pretenders. However, the war was extended by several years, needing an important economical effort and being also covered by international alliances; in order to take the desired success. Military health assistance was stablished in a continous way, within the campaign hospitals labour, as much as selection and precisely qualifying of all the sanitary personnel.
KEYWORDS: protomedicate, Queen’s hospital, Julián Gutiérrez de Toledo, Juan de Guadalupe, Lorenzo Badoz, Elisabeth I of Castile.
Tras la toma de Sevilla por el rey Fernando III el santo, podemos afirmar que el esfuerzo mayor de la reconquista quedaba hecho. Ya el giro se había producido con Alfonso VI, en 1212, con la batalla de las Navas de Tolosa. Pero el hecho es que después de la conquista de Sevilla, el mundo islámico de al-Ándalus queda reducido al reino nazarí de Granada [1]. Tampoco existía un especial enfrentamiento. Los nazaríes pagaban sus parias (era un reino muy rico) a los castellano-leoneses y vivían su vida, con un comercio floreciente con Génova, especialmente, pero también con otros países mediterráneos, dada su notable habilidad artesana y su floreciente agricultura.
Por otra parte, el mundo de la ciencia progresaba notablemente en Granada: Medicina, Farmacia, Matemáticas y Astronomía eran los cuatro grandes pilares sobre los que se sustentaba el conocimiento del reino nazarí en aquellos tiempos.
Los Reyes Católicos siempre fueron partidarios de las alianzas más que de los enfrentamientos, pero con Granada no eran posibles, fundamentalmente por motivos religiosos, pues desde las cruzadas el enconamiento islámico-cristiano había crecido en forma notable. Aunque esta no era la única razón, puesto que no eran infrecuentes los enlaces de cristianos con musulmanas y viceversa. Todavía no habían crecido los recelos hasta el nivel que Cisneros los llevó. Había una razón comercial, una competencia importante en el mediterráneo y unos mercados por conquistar. Esto sí que era importante, especialmente para el reino de Aragón, el más damnificado por ello.
Así, vemos que los Reyes Católicos lograron una expansión notable por vía matrimonial de sus hijos. La infanta Isabel casó primero con Alfonso de Portugal y, tras la muerte de éste, con Manuel el afortunado, rey portugués con quien tuvo un hijo. Tras morir Isabel, este mismo rey casó con María, otra hija de los Reyes Católicos, con quien tuvo a Isabel de Portugal, futura esposa de Carlos I de España y V de Alemania. El príncipe Juan, fallecido en 1497, casó con Margarita de Austria. Y doña Juana la loca, con Felipe el hermoso, padres del rey Carlos I, antes citado. Por último, Catalina, tras enviudar de Arturo de Inglaterra, casó con el rey polígamo Enrique VIII, siendo madre de la reina María Tudor. Pero no había forma de casar con nadie nazarí. Por eso, probablemente por influencia de Fernando, más que de Isabel, optaron por la conquista de Granada. Fue una guerra larga y cara (tabla I), que precisó hacer una gran inversión económica y el auxilio de diversas naciones, con tropas inglesas, austriacas, etc.
Una guerra lenta con tres fases: 1482 a 1487, 1488 a 1490 y, finalmente, 1490 a 1492. Intervino también la armada aragonesa, bloqueando los puertos para impedir la llegada de refuerzos y suministros, aunque a decir verdad, los otomanos se desentendieron del tema [2].
La medicina islámica se podía ejercer de tres maneras. La llamada Medicina del Profeta, basada en el Corán, una medicina espiritualista, con algo de magia y mucha fe, basada toda ella en las suras coránicas, atendía generalmente a los pobres y a los locos, de manera altruista o con un coste mínimo. Los resultados, lógicamente, no eran buenos. La segunda posibilidad era la de los “practicones”, gentes sin formación pero con gran habilidad y experiencia, herederos de los antiguos cirujanos y con muchos puntos comunes con los barberos-cirujanos-sangradores de los reinos cristianos
peninsulares. Finalmente estaban los verdaderos médicos científicos, muy prestigiados y caros. Inicialmente se formaban con maestros, con quienes incluso vivían y que acababan dándoles la venia para ejercer. Posteriormente, se formaban en el Maristán (hospital) de Granada y en la Madrasa (la universidad islámica, donde se estudiaba teología y medicina, entre otras cosas). La antigua Madrasa granadina se encuentra frente a la Capilla Real, en el palacio que lleva su nombre [3].
La medicina cristiana poseía dos clases de médicos solamente, los antes citados (cirujanos-barberos sangradores) y los médicos latinos, procedentes de la universidad (Palencia, la primera, que luego fue trasladada a Salamanca), llamados así por su enseñanza en latín. Sin duda hubo curanderos, pero a diferencia del mundo islámico, no estaban bien vistos. Incluso les llegaron a acusar de brujería con el tiempo.
Los primeros hospitales militares en España fueron los hospitales de campaña en tiempos de la reina Isabel I de Castilla, la reina católica. Y la primera referencia de la que se dispone es la de la batalla de Toro, en 1476, donde se monta un hospital de campaña de seis tiendas, costeado por la reina Isabel y considerado en la actualidad el primero montado de tal tipo.
Seis hospitales existieron en la guerra de Granada. El primero de ellos se montó en Alora y Setenil, en 1484, llevado allí por el propio rey Fernando el católico. En 1487 se monta otro hospital en el asedio de Málaga, en el cual se asiste también a la población, afectada de una epidemia de tifus. Tras la toma de Málaga, la propia reina, acompañada de las mujeres que atendían al hospital y de los padres mercedarios, se adelantó a las tropas, llevando pucheros, caldos y medicinas para paliar los efectos del sitio, aplicados en primer lugar a los cautivos cristianos liberados, pero también al enemigo derrotado y población civil. Varios siglos después, la Cruz Roja adoptó esos mismos principios. En Baza, 1489, y en el Real del Gozo, junto a los ojos de Huéscar, en 1491, se instalaron sendos hospitales de campaña igualmente. Finalmente, el Hospital de la Reyna, en Santa Fe, se instala en 1491, pasando al poco a ser un hospital permanente, en sustitución del maristán nazarí de Granada.
Acerca del Hospital de la Reyna, la crónica de Hernando del Pulgar nos dice: …e para curar a los feridos e a los dolientes, la Reyna enviaba siempre a los reales seys tiendas grandes e las camas e las ropas necesarias para los feridos y enfermos e enviaba físicos e cirujanos e medicinas e homes que les sirviesen, e mandava que no levasen precio alguno, porque ella lo mandava pagar a estas tiendas con todo este aparejo se llamava en los Reales el Hospital de la Reyna [4].
Los Reyes Católicos crean la figura del Protomedicato, viendo muchos en ello el antecedente de los actuales Colegios Oficiales de Médicos. El protomédico y cirujano mayor, así como el protofarmacéutico son los encargados de garantizar la calidad de los profesionales y el adecuado suministro de fármacos. Así, se crea un Tribunal Colegiado de Alcaldes Examinadores Mayores, con jurisdicción suprema, con el cometido de velar por la salud pública y también, como es lógico, por la adecuada asistencia sanitaria a la tropa. Este tribunal estaba compuesto por médicos reales, asistidos para los exámenes de su arte por cirujanos y boticarios. Entraban en su jurisdicción todos los sanitarios civiles, así como los del ejército y la armada. Informaban, en consecuencia, de las personas más aptas para ocupar los cargos de la sanidad militar. Normas posteriores incluían también a barberos, flebotomianos (sangradores), albéitares (veterinarios de caballos) y herradores. Se les conocía oficialmente como Alcaldes Examinadores Mayores de Físicos de todos los Físicos, Cirujanos, Boticarios, Especieros, Herbolarios y de los Enfermos de Lepra de San Lázaro, del Reino de Castilla y León.
Hubo algunos de ellos muy famosos (tabla II), en una buena parte ejerciendo como médicos de la Corte [5] [6].
De todos ellos, destacaremos a tres. El primero es Julián Gutiérrez de Toledo, hombre de carácter violento y genio vivo, encarcelado por un conflicto con los boticarios, a quienes acusaba de hacer mal los “antidotarios”. Fue médico de la corte, acompañando a los Reyes católicos en numerosas ocasiones. Atendió a la reina en su última enfermedad, así como al cardenal Mendoza. Su obra principal es un tratado de urología: “Cura de la piedra y dolor de la yjada y cólica renal”. Otras obras conocidas de él son “De potu in lapidis preservatione” y “De computatione dierum criticorum”. Es considerado por los urólogos como uno de los primeros especialistas de España.
Otro a destacar, especialmente por un conflicto aún no resuelto con el anterior, es Juan de Guadalupe. De origen judío, natural de la Aljama de Castro, en Caldela (Orense), fue médico de los Reyes Católicos. Parece ser que fue urólogo. Estuvo casado con Inés González, la cual, al enviudar, tras pocos años, presentó demanda de plagio contra el protomédico Julián Gutiérrez de Toledo, quien dice que copió todas las obras de su marido, publicándolas con su nombre, según figura en el Archivo de Simancas [7]. Fray José Crespo del Pozo, en sus notas genealógicas acerca de esta familia dice: “notabilísima familia orensana, de la que procedieron famosos médicos de los Reyes Católicos, el emperador don Carlos V y el pontífice Adriano VI”. Fueron conversos del judaísmo a la fe católica.
Finalmente, Lorenzo Badoz, igualmente judío converso (1474-1504), médico obstetra de la reina Isabel I de Castilla. Le atendió en el parto de su segundo hijo, el príncipe Juan, en Sevilla, el 30 de junio de 1478. Asistió también al nacimiento de sus otras tres hijas: Juana (Toledo, 6 de noviembre de 1479), María (Córdoba, 29 de junio de 1482) y Catalina (Alcalá de Henares, 16 de diciembre de 1485). En 1491 y 1492 se encontraba en Santa Fe, en el cuartel general de las tropas cristianas, durante el cerco final de Granada.
La creación de los hospitales militares se debe, en buena parte, a las diversas epidemias surgidas. Los caballeros militares pensaron crear una Hermandad o Cofradía con sus propios recursos, estableciendo un hospital ambulante que siguiese a las tropas en sus desplazamientos bélicos. Se lo notificaron a los Reyes católicos en presencia del príncipe Juan, su esposa doña Isabel y las infantas doña Juana, doña María y doña Catalina, que enseguida se asociaron al proyecto. Así se constituyó la Cofradía-Hospital denominada “La Concepción y Asunción de la Virgen María”, eligiendo para su administración a diez de sus cofrades, siendo este el primer germen del cuerpo militar de Sanidad en España.
Pronto se establecieron algunas camas a modo de enfermería, puestas al abrigo de tiendas de campaña, tomando desde aquél día el nombre de “Hospital Real de la Corte”, si bien siempre fue conocido como el “Hospital de la Reina”, pues como dice Garibay: “…la Reina, en unión de algunos cortesanos y jefes militares, atendía al socorro y curación de los soldados enfermos y heridos”.
En este Hospital de la reina había médicos, cirujanos y boticarios de la propia cámara de los reyes, como Maese Jaime Pascual, por ejemplo, boticario de la Reina y luego de su hija doña Juana. Pero también se hallaban damas y mujeres de caballeros y sargentos de la mesnada real, quienes cuidaban a los heridos y enfermos, preparando pócimas, vendas y remedios, bajo la supervisión del físico de llagas y del boticario real. Podríamos considerarlo de alguna manera como el antecedente de las “Damas Auxiliares de la Sanidad Militar”, tan en boga en tiempos pasados.
Sin embargo, los nobles eran atendidos en sus propias tiendas, como relata en su crónica Pedro Marcuello, cuando refiere la muerte de don Rodrigo Téllez Girón, maestre de Calatrava, caído en Loja el 3 de julio de 1491, a los 27 años de edad.
Podemos considerar la Guerra de Granada como el primer periodo organizado de la Sanidad Militar en España, una época en que se revoluciona la sanidad, militar y civil, merced a la vigilancia especial de la calidad de la misma, gracias a la creación del protomedicato.
La Competencia por la excelencia en calidad frente a las habilidades sanitarias del último reducto islámico fue muy tenida en cuenta por nuestros Reyes Católicos, haciéndose eco de ello no solo los escritos y crónicas de la época, sino incluso siendo fuente de inspiración para toda suerte de poetas, como es el caso de Pedro de Cartagena, quien dirige estos versos a la reina Católica [8]:
Por que se concluya y cierre
vuestra empresa començada
Dios querrá, sin que se yerre,
que rematés vos la R
en el nombre de Granada,
viendo ser causa por quien
llevan fin los hechos tales,
no’starés contenta bien,
hasta qu’en Jerusalem
pinten las armas reales.
[1] L. Suárez Fernández, “El tiempo de la Guerra de Granada”, Ed. Rialp, Madrid, 1989.
[2] M.A. Ladero Quesada, “Granada, historia de un país islámico”, 2ª ed. Madrid, 1979.
[3] E. Area Sacristán, F. Hervás Maldonado. “Milicia y Sanidad en al-Ándalus: el siglo XI y la Taifa Zirí de Granada”, Ed. Círculo Rojo, El Ejido (Almería), 2014.
[4] J. de Mariana, “Historia general de España”, Historia general de España, Madrid, 1794.
[5] Juan Riera Palmero, “Protomedicato, humanismo y medicina en Castilla”, Universidad de Valladolid, 2000.
[6] DYNAMIS 1996 Vol.: 16 El Tribunal del Real Protomedicato en la Monarquía
Hispánica, 1593-1808.
[7]http://www.galiciadigital.com/opinion/opini
on.1213.php, abril 2014.
[8] H. del Castillo, “Cancionero general”, 1ª ed., Valencia, 1511.
MÁS DE FRANCISCO HERVÁS MALDONADO
Francisco Hervás Maldonado es Coronel Médico en situación de Reserva, Dr. en Medicina y Director del Grupo de Estudios clínicos en Lógica Borrosa. Fue Jefe de Servicio en el Hospital Central de la Defensa y Profesor de Ciencias de la Salud (Universidad Complutense de Madrid). Ha escrito varios libros y numerosos artículos relacionados con Gestión y Matemáticas de la Salud. Entre sus aficiones destaca la música y la literatura.
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