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El flúor es un elemento gaseoso, corrosivo, de color amarillento, olor sofocante y muy reactivo. Conocido desde hace 5 siglos, es muy abundante en la naturaleza en forma de fluoruros. La tendencia a unirse inmediatamente con numerosos elementos, demoró el conocimiento del flúor, que ocasionó accidentes a numerosos investigadores durante el siglo XIX.
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Por su carácter oxidante, forma complejos con diversas aplicaciones en la industria, energía nuclear, Óptica, Odontología y Salud pública. El flúor reemplaza fácilmente al hidrógeno o a otros halógenos como el cloro y, por su afinidad con el carbono, forma grupos trifluorometilos. Estas características confieren a los nuevos preparados propiedades muy apreciadas en Medicina: estabilidad, lipofilicidad, electronegatividad y alta especificidad. Son compuestos de alto potencial farmacológico.
En realidad no es un juego, ¡es una cuestión de equilibrio del flúor! La caries dental es una enfermedad conocida desde tiempo inmemorial, que afecta al área más dura, el esmalte, de las piezas más resistentes, las dentales. ¿Era un gusano el responsable de la lesión? A pesar del aspecto del orificio de la caries, en el siglo XX se confirmó la etiología bacteriana. Las bacterias de la superficie dental metabolizan los azúcares hasta ácido láctico en relación directa: a más azúcar, más bacterias y más ácido láctico. El pH ácido acaba por desmineralizar la hidroxiapatita del duro esmalte, a pesar de su resistencia.
Pues bien, el flúor incorporado forma la fluorapatita, que es más dura, más densa y mucho más resistente al ácido. Curiosamente, su papel se determinó por una serie de trabajos epidemiológicos modélicos resumidos en dos. 1) En regiones donde abundan los ciudadanos con manchas en el esmalte dental, se detectan altas concentraciones de flúor en el agua de bebida. 2) En estas regiones, y especialmente entre los sujetos citados, la caries presenta una incidencia más baja de la habitual.
La historia se inicia con el trabajo del joven dentista McKay en su primer destino: Colorado Springs, 1.901. Sorprende al dentista la “mancha de café”, como marca dental, antiestética y vergonzante de la mayoría de residentes respecto a otras poblaciones vecinas. Es una tacha silenciada por todos, evitando el estigma de todo un pueblo, como ocurrió en numerosas ciudades de todo el mundo.
Tras numerosas teorías y célebres diatribas, 30 años más tarde se comprobó, ¡por fin!, la causa: alta concentración de flúor en agua de bebida. Desde entonces, ninguna institución sanitaria dejó de tratar el tema. Se formalizó la fluorosis con la categoría de enfermedad, a la vez que se consideró protectora de otra enfermedad: la caries. Tras fijar el margen terapéutico de seguridad, se propuso eliminar los abastecimientos con exceso de flúor y fluorar las aguas deficitarias. Esto último fue revolucionario: ¡añadir al agua de bebida el agente de una enfermedad para evitar otra!
Se realizó por primera vez en Grand Rapids (Michigan, 1.945). Las caries en niños se redujeron un 60 %, aunque las conclusiones se obtuvieron 15 años más tarde, tiempo de duración del estudio. Todo el plan fue polémico; los críticos no perdieron la ocasión para tildar de progresistas e izquierdistas a los promotores del estudio. Los macartistas llegaron a calificar el proyecto de “repugnante maquinación comunista” y el mundo acogió las propuestas con precauciones. Actualmente, mejor que fluorar abastecimientos hídricos, se priorizan hábitos saludables, higiene bucal y consumo de alimentos con flúor, como aporte individualizado.
El flúor es un filón en ingeniería química para el diseño y patentado de innumerables moléculas; la actual tecnología lo ha hecho posible. Por estas razones, en la última mitad del siglo XX se disparó su interés farmacológico. Cientos de principios activos lo llevan en su composición, correspondientes a más del 35 % de los medicamentos comercializados: antiácidos, anestésicos, antiinflamatorios, etc. Además contamos con productos específicos indicados en especialidades como Oncología, Psiquiatría o Enfermedades Infecciosas. Por su impacto terapéutico se pueden destacar algunos.
El 5-fluorouracilo, desarrollado en 1957, detiene la síntesis de ADN, especialmente el de las células que crecen más rápidamente, es decir las tumorales. Sus múltiples presentaciones facilitan la administración tópica, intravenosa, en asociación, etc. en neoplasias como cáncer de páncreas, colon o basaliomas por ejemplo.
El popular “Prozac”. Los problemas de la fluoxetina (“Prozac”), hasta su comercialización en 1.986, se compensaron ampliamente con el éxito médico y popular. ¿Es imaginable la práctica psiquiátrica sin su concurso? Se indicó para trastornos depresivos, de ansiedad, obsesivo-compulsivos, anorexia, bulimia, ataques de pánico, obesidad, alcoholismo,… Para muchos sería ¡una panacea! de uso cotidiano, algo insólito en fármacos de receta obligatoria. Con el libro “Nación Prozac” de E. Wurtzel entró en el mundillo cultural, donde se usa para denominar situaciones, bebidas, modas etc. En “Más Platón y menos Prozac” (Marinoff , 2.009), se describió fielmente la deriva social de la felicidad artificial buscada a través de los fármacos.
Las fluoroquinolonas entran en competición. Las quinolonas, concretamente los ácidos nalidíxico y oxolínico, introducidos en 1.962, eran algo así como el pariente pobre de los antibióticos. Definidos como antisépticos urinarios sintéticos, defraudaron parcialmente comparados con los antibióticos, pero despertaron grandes expectativas en la obtención de preparados por síntesis.
Efectivamente, las nuevas quinolonas fluoradas, como enorfloxacino, ofloxacino o ciprofloxacino, rápidamente se colocaron en puestos de cabeza de la carrera de antibióticos. Con ellos la relación estructura-función, ingeniería química en suma, adquirió una nueva dimensión. Se describen y patentan decenas de miles de moléculas de diseño virtual, aunque al enfermo solo llegan unas pocas, como fleroxacino, trovafloxacino o levofloxacino.
Este grupo de fármacos constituyó un revulsivo terapéutico para numerosas indicaciones: patógenos de transmisión sexual, intestinales, intracelulares, resistentes, etc. Los conflictos de registro, comercialización y vigilancia farmacológica se multiplicaron. Sus características de concentración, distribución, actividad y modulación pusieron de moda los estudios de farmacocinética-farmacodinamia. Sus mecanismos de acción y resistencia también resultaron novedosos.
Entre los antifúngicos resultó difícil fluorar compuestos útiles. Sin embargo, en 1.990 se sintetizó el fluconazol, azol bifluorado, al que siguieron otros más recientes, como el itraconazol o el voriconazol. En las áreas de la virología y la parasitología, los fármacos fluorados, como el efavirenz o el flubendazol, son hoy día testimoniales.
La intoxicación grave por exposición directa al flúor tiene un carácter laboral. La ingestión de aguas excesivamente fluoradas presenta las características de enfermedad: la fluorosis, antes citada. La toxicidad medicamentosa, referida como efectos secundarios, debe considerarse en función de los beneficios que aporten los fármacos y la seguridad terapéutica. En neoplasias, con 5-fluoracilo, la estomatitis, nauseas, diarreas, neutropenia, etc. son habituales en la terapia del cáncer. Los demás medicamentos fluorados comparten efectos como cefaleas, nauseas, disfunciones del Sistema Nervioso y un largo etc., que figura en los extensos prospectos. Además, cada uno tiene sus peculiaridades, como la tendinitis en ciprofloxacino, somnolencia, disfunción sexual y sobredosificaciones del “Prozac”, etc.
¿Todos los efectos son debidos al fluor? Recuérdese su afinidad con otros elementos como el zinc, importante en aprendizaje, memoria e inmunidad o el yodo, ligado a la hormona tiroidea. Es decir, puede haber numerosas interacciones naturales o medicamentosas. Por ello, en pocos medicamentos es más importante que en los fluorados la receta médica.
En la vista sobre la toxicidad del flúor en el ámbito sanitario, el asunto queda sobreseído en la actualidad. Con los preparados farmacológicos se ha logrado la inocencia del citado elemento cuando se sigue fielmente el código de instrucciones. En caso contrario, se abre la posible imputación a receta y administración médica.
Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.
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