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Es uno de los elementos más sorprendentes de la tabla periódica. Está en el grupo 15, con la familia del nitrógeno, pero es escaso en la naturaleza y es el más metálico del grupo. Se expande al congelarse y flota en su medio líquido. Es tan estable que, cuando todos los elementos del planeta se hubieran desintegrado, teóricamente tras millones de años, el bismuto (Bi) seguiría existiendo.
LA MEDICINA POR ELEMENTOS
Está con los elementos más venenosos: arsénico y antimonio (grupo 15) y al lado del polonio, el moderno “veneno de los espías”. ¿Es que no está bien descrito o no está bien ubicado? La realidad es que estamos ante un curioso elemento, que en general tiene mucho de ¡medicinal! Sus aplicaciones más importantes van dirigidas a las diarreas, dolores, indigestiones, etc.
En los últimos 150 años, las variadas indicaciones y presentaciones de sales de Bi han sido habituales remedios populares. En los años 50, además de las fórmulas magistrales, estaban en el mercado más de 70 preparados autorizados de Bi.
En 1.901, un médico neoyorquino inventó en su casa una fórmula, que registró como ”Bismosal”. Funcionó con tanto éxito frente al “Cholera infantum”, diarrea infantil de gran mortalidad, que no daba abasto con su producción. Pidió ayuda a la Norwich Pharmacal Company, que le remitía el producto en bidones de ¡75 litros!, convirtiendo su casa en un centro de envasado y distribución. Sería por poco tiempo. La Norwich, en circunstancias poco claras, se hizo con la licencia, lo registró con el nombre de “Pepto-Bismol” y lo incorporó a su Vademécum.
Este proceso obligó a publicar su composición: subsalicilato de Bi, sales de zinc, pepsina, fenil salicilato, aceite esencial de goulteria y colorante rosa. Parecería una triaca antigua o medieval con menos ingredientes, pero claro, no se trataba de una panacea propiamente dicha. Tanto el Bi como el salicilato tienen actividad frente a algunos patógenos intestinales frecuentes y las sales de zinc actúan como astringentes. Por tanto es una buena presentación para la diarrea del viajero, entre otras indicaciones. En 1.982, la Norwich, con el fármaco, cambió de manos al ser adquirida por Procter and Gamble. Estamos ante un fármaco que ha roto los esquemas comerciales actuales: útil durante más de 100 años.
Sífilis. Ehrlich, que ensayó numerosos colorantes y elementos como el Bi, se centró finalmente en los derivados arsenicales para tratar la sífilis. Dejó atrás 605 preparados hasta lograr el 606, el salvarsán. Ni el mismo Ehrlich quedó plenamente satisfecho, por lo que siguió ensayando otros arsenicales hasta su fallecimiento. Fue un buen argumento para sus adversarios franceses, discípulos de Pasteur, que siguieron probando con derivados del Bi. Sazerac, Levaditi, Fournier y Guenot exploraron todos los preparados y vías de administración posibles. ¿Encontraron la solución?
Solo llegarían a una propuesta de compromiso: asociaron bismuto al salvarsán, el “Bismarsen”, para inyección intramuscular, tan dolorosa que debieron añadir un anestésico local. Intentaron evitar el general rechazo sumando a la sífilis otra indicación: ¡el paludismo!, sin más razones que las políticas y comerciales. Las duras críticas fueron neutralizadas con la “guerra” del grupo de Fournier contra la “Germanina” de los tripanosomas y las sulfamidas alemanas.
os problemas de patentes, suministros y toxicidad de las sulfamidas explicaron su coexistencia con el “Bismarsen” en Europa durante algún tiempo. ¡Hasta la llegada de la penicilina! Sin embargo, hasta mediados los 50, la España aislada de la postguerra siguió dependiente de las lavativas y el “Bismarsén” para las venéreas. Solo unos pocos privilegiados tenían acceso a la penicilina de estraperlo.
La úlcera gastroduodenal. Uno de los hallazgos más importantes del siglo pasado correspondió a la causa microbiana de este cuadro. Las indicaciones quirúrgicas, el diagnóstico, pronóstico, etc. cambiaron radicalmente con el descubrimiento por Marshall y Warren del H. pylori como agente causal. En la confirmación de este hallazgo y en el posterior tratamiento, el bismuto jugó un importante papel.
La compañía holandesa Gist-Brocades, comercializadora de un preparado de subcitrato de Bi coloidal, defendía su superioridad respecto a cimetidina en enfermos ulcerosos. Marshall lo verificó con un sencillo ensayo en placa: inhibición del crecimiento de Helicobacter (antes Campylobacter) con Bi pero no con cimetidina. Contó con una hipótesis sólida, pero la realización, ensayos in vivo, doble ciego,…presentaron innumerables dificultades.
Pese a ello, con las atinadas observaciones en los escasos enfermos tratados, los autores publicaron sus experiencias en la revista The Lancet. A partir de aquí se confirmó la etiología y se consolidó la utilidad del subcitrato de Bi en el tratamiento de la úlcera duodenal.
Otras indicaciones. El gluconato de Bi, como preparado en medicina natural, en forma de ampollas o tabletas masticables, ha sido muy popular para el tratamiento de amigdalitis, sinusitis, otitis y, especialmente, afonías. Cuántos artistas habrán salvado sus espectáculos con estos preparados, sin tener que recurrir a los antibióticos.
Con la estreptomicina llegó la solución a la tuberculosis, pero no para todos los cuadros. Durante muchos años el “Bismal” (metilendigalato de Bi) fue el remedio específico disponible para la tuberculosis intestinal, cuadro relativamente frecuente en la época.
Hay otras aplicaciones populares: polvos analgésicos locales (subcarbonato de Bi), astringentes (subgalato y óxido Bi), antidiarreicos y digestivos (subsalicilato Bi) y antiácidos (fosfato Bi).
Desde la antigüedad ha sido muy apreciado el efecto del bismuto, incorporado a productos de belleza. El oxicloruro de Bi aporta un brillo nacarado a maquillajes de ojos, carmín de labios, esmalte de uñas, tintes de cabello, etc. La relación del contacto cutáneo con problemas de alergia y toxicidad por posible absorción, son discutibles.
Todas las organizaciones sanitarias lo señalan como contaminante, cuando no tóxico. Paradójicamente en ningún requisito internacional de calidad, para un asunto tan sensible, se citan los límites permitidos. Tampoco en España, ni siquiera para aguas residuales donde terminan muchas sales de Bi empleadas en tratamientos médicos.
Además, en este entorno ambiental el Bi tiene varias aplicaciones. En aguas residuales, heces diarreicas, etc., los patógenos, como salmonellas o vibrios, están presentes en proporciones ínfimas respecto a las bacterias habituales. Es clásico el uso de medios de cultivo, que llevan en su composición sulfito de Bi como selectivo e identificador de algunos patógenos.
Otra aplicación reciente es la de semiconductores con Bi, muy eficientes como catalizadores para el tratamiento de aguas residuales y depuración del aire. Es una observación más para que las “acusaciones” de tóxico sin pruebas deban rechazarse.
En conclusión, actualmente la cuestión debe resolverse con la declaración de inocente.
Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.
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