efecto contagio

Efecto Contagio

Introducción

  • El efecto contagio, propio del mundo financiero actual, es una usurpación del concepto sanitario tradicional. Hoy es de uso habitual en redes y ordenadores; hasta los adolescentes manejan el término con soltura.
  • El efecto transmisión (luz, datos, estímulos, etc.), restringido inicialmente al campo tecnológico, implica un emisor y un receptor, como en el contagio.
  • La siembra, dispersión, diseminación o transferencia son términos similares, habituales en agricultura, religión, educación o política. La información, comunicación, publicidad, sociología o economía, han incorporado nuevos términos como afinidades, empatías, motivaciones o emociones. En todos los contagios, pero especialmente en los emocionales existe una retroalimentación o contagio inverso del emisor y el receptor.

Enfermedades contagiosas y transmisibles

Padecer una enfermedad contagiosa lleva una carga peyorativa, vergonzante; una transmisible es más llevadera socialmente, aunque sean iguales. Estudiadas desde la antigüedad, han permitido conocer el efecto contagio con sus características, diferentes para cada especie de patógeno.

  • El foco puede ser humano, animal o telúrico. El  mecanismo de contagio se esquematiza en directo e indirecto. La población receptora es la que está en sintonía con el foco de contagio (receptores celulares, correlación genética y metabólica). Por supuesto, debe estar al alcance físico del foco emisor para que entre en juego la transmisión o contagio.
  • Algunos prefieren denominar transmisibles a las infecciones por virus, preferentemente ARN, que requiere la integración en el material genético de la célula infectada. Es un eufemismo; el efecto contagio es el mismo de las demás enfermedades infecciosas.
  • Las enfermedades expresadas por genes de progenitores transmitidos a la descendencia, se denominan congénitas o hereditarias, sinónimos poco afortunados.
  • La comprobación de efecto contagio es fácil con una pregunta. ¿El receptor puede, a su vez, actuar de reservorio o fuente y, mediante transmisión inversa, retroalimentar el foco emisor? Si es así, la enfermedad es contagiosa.

Contagio emocional

Es un fenómeno individual y social de importancia creciente en el ámbito médico. La fuente de contagio se identifica con colectivos de un similar clima emocional, con elementos comunes: idioma, religión, tradiciones, cultura, etc. Desde aquí, la emisión de normas, manifiestos, gestos y señales diversas, transmiten los mensajes al receptor. El contagio solo es eficaz cuando emisor y receptor están en la misma “longitud de onda” o empatía, equivalente a la especificidad. La receptividad se intenta explicar por teorías como la de las neuronas espejo, la resonancia no mediada o el mimetismo.

  • Efecto Werther. El Racionalismo Ilustrado del “pienso, luego existo” y el razonamiento de todo pensamiento, fue un foco emisor de sentimientos encontrados entre intelectuales. La reacción surgió con el Romanticismo. Como receptores, muchos jóvenes, intelectuales sobre todo, rebeldes, ansiosos de libertad y desesperanzados, cayeron en la ansiedad, amargura y melancolía. La muerte dejaba de ser tragedia para convertirse en liberación. ¿Cuál era el mecanismo de transmisión o efecto contagio?  En “Las penas del joven Werther”, 1.774, Goethe describe la tragedia del protagonista, que se suicida tras ser rechazado por su amada. A esta novela se atribuyó el mecanismo de transmisión de la desesperanza y ola de suicidios entre los europeos. El propio autor lamentó su éxito y muchas instituciones europeas la prohibieron.
  •  ¿Qué está pasando con el drama actual del suicidio entre los jóvenes? Había un pacto de silencio para evitar el efecto contagio, pero empieza a conocerse información preocupante. El debate está servido acerca del papel de emociones contagiosas como el hedonismo, adicciones, acoso escolar o frustración y desilusión ante el futuro.
  • Efecto contagioso del miedo.El miedo, terror o pánico son escenarios emocionales de una gran importancia social y médica, donde el efecto contagio es fundamental. Sin embargo el mecanismo de transmisión de muchas situaciones es mal conocido. Es el caso del miedo atávico a las serpientes, a perder la identidad, al cáncer o a la muerte.
  • “El criado y la muerte” es un viejo cuento anónimo con múltiples versiones. Refiere el terror de un criado al ver en el mercado de Bagdad un signo amenazador de la Muerte. Volvió a casa y pidió a su amo el caballo más veloz, para llegar rápidamente a la remota Samarcanda, donde esperaba ponerse a salvo. El indignado amo se dirigió al mercado para reprochar a la Muerte la amenaza hacia su criado. No fue amenaza, fue sorpresa de verlo aquí, respondió la Muerte, porque he de ir a Samarcanda esta noche para llevarme a tu criado. Mientras, el criado llegó a destino pidiendo ayuda, que le denegaron todos los aterrorizados vecinos excepto un comerciante. Para despistar a la Muerte lo acomodó durante la noche, junto a otros desesperados, en su comercio de espejos. Allí, presa del pánico, rompió algunos espejos, se hirió, se desangró y murió. La Muerte llegó a la hora prevista para llevarse al criado y a los atemorizados refugiados reflejados en los espejos. El miedo, en fin, se contagia y lleva a tomar decisiones inadecuadas.  
  • Contagio de emociones desordenadas. Hay actitudes contagiosas, aunque solo sean  consideradas factores favorecedores de enfermedades. La Iglesia católica, sensible desde hace siglos, ha agrupado las conductas desordenadas, en los pecados capitales.
  • La prostitución, afrodisíacos, prácticas sexuales atípicas y otros hábitos, dan pie al deseo desordenado de placeres sexuales o lujuria. Los ciudadanos receptores suelen contagiarse por la pornografía y la información inadecuada, como bien saben educadores, psicólogos, moralistas y médicos.
  • El apetito desordenado por comer y beber, gula, se estimula y transmite a través de hábitos familiares, gastronómicos o sociales. Desórdenes como la bulimia, obesidad, hipertensión o diabetes, tendrían por esta vía un cierto componente contagioso.
  • La pereza es una actitud muy contagiosa, transmitida por simple imitación a favor de la desidia, escepticismo e indiferencia del individuo o grupo receptor. Es importante, porque está en la base del incumplimiento terapéutico, desconfianza contra los médicos, vacunas y medicamentos o la insolidaridad política, entre otros ejemplos. El bostezo es un signo de contagio agudo de la indiferencia. Evite las conferencias tras el almuerzo, cuando la pereza hace mella, aunque la empatía sea alta entre los asistentes. Un bostezo, y más de cara al público, contagian inmediatamente a más del 30 % de los que todavía no estén dormidos. Puede ser letal para el conferenciante y, ¡por favor, deje de bostezar!
  • Otras conductas. La soberbia, frecuentemente asociada a la ira, es un sentimiento de altivez con menosprecio de los demás. La vanidad y superioridad del foco emisor (Gobierno, autoridades o médicos) complica la asistencia sanitaria. Mensajes como “tenemos la mejor sanidad del mundo”, conducen a reivindicaciones imposibles del tipo: “pago impuestos, tengo derecho a la salud”. El resultado final es el sentimiento de ira de los receptores. La envidia, junto a la soberbia resulta diabólica. Según Cajal “es el más letal de los virus que contagia a los españoles”, alienta el consumismo médico y las comparaciones absurdas. Caracterizada ya en la Biblia, para muchos médicos del XIX  era una epidemia nacional contagiosa que envenenaba la mirada. Describían al enfermo con aire sombrío, expresión triste, ceño fruncido, párpados abiertos y pupilas cerradas. Su pronóstico, que puede llegar a ser fatal, es inversamente proporcional al éxito ajeno que la origina, ¡y no hay vacuna disponible!  La avaricia es, en parte, una consecuencia de las conductas anteriores. Individualmente se manifiesta por trastornos mentales de acaparamiento compulsivo, tipo síndrome de Diógenes. Conductas similares colectivas por contagio emocional de miedo, ignorancia, inseguridad, etc. se observan cotidianamente. Se acaparan recursos sanitarios: consultas médicas, reiteración de pruebas, botiquines caseros, etc., repercutiendo sobre desabastecimientos, costes sanitarios e insolidaridad social.
  • El peor sentimiento es el del odio. Reúne lo peor de las emociones desordenadas: se contagia y une socialmente más que ninguna otra. Convenientemente alentado tiene consecuencias imprevisibles en múltiples campos.

No todo contagio es negativo

  • Habitualmente el término contagio es peyorativo, como dice el aforismo “todo se contagia menos la hermosura”, pero incluso ésta emociona, se imita y transmite. También ocurre con la risa, la elegancia, el optimismo, el amor o la confianza. El mecanismo de transmisión dominante es la imitación excepto en la confianza donde la transmisión es más compleja.
  • El efecto contagio, clave en la confianza, preside las acciones financieras, mercantiles, políticas y sanitarias. “La confianza en bolsa…”, “…es la marca de su confianza”, “Confíe en nosotros” y otros, son anuncios cotidianos. En la práctica sanitaria es un componente histórico fundamental, desde la gestión social de epidemias a la relación diaria médico-paciente. Su eficacia depende de una buena transmisión o contagio; de lo contrario se produce un exceso de confianza o de desconfianza, ambas también contagiosas. Entre los mecanismos de transmisión se pueden citar: la información, transparencia, ejemplaridad, proximidad e  imitación. La valoración del grado de satisfacción y nivel de confianza debería ser obligatoria en toda actividad sanitaria.

Conclusión

  • El control del efecto contagio, de cualquiera tipo, requiere el conocimiento y neutralización conjunta del emisor, transmisor y receptor.

Sobre el autor

Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.


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