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Sobre la versátil fiebre

Escenario. La fiebre es uno de las manifestaciones más populares, si no la que más, asociada a la enfermedad. Todos sufrimos varios episodios de fiebre al año, todos sabemos cómo es la fiebre, todos nos tratamos la fiebre y todos nos consideramos expertos. La realidad es que sabemos muy poco de la fiebre, aunque parece no importar tanto gracias al milagroso paracetamol.

-Históricamente los aforismos hipocráticos, notarios del saber de la época, dieron una especial importancia a las fiebres agudas y palúdicas tercianas o cuartanas. A finales del XV, el médico Villalobos, basado en el “Canon” de Avicena refiere los diferentes tipos en el “Sumario de la Medicina”. Describe las fiebres efímeras, éticas y humorales; tercianas, cuartanas, coléricas y flemáticas; pestilenciales, sanguinas y compuestas.

Todavía en el siglo XIX siguen vigentes los viejos aforismos, recogidos en verso por M. Casal y Aguado (1843) “… / En los viejos, al contrario, / Es tibio el calor interno, / … / Por esta razón, como es / Frio su temperamento, / No son a fiebres agudas / Como los mozos propensos. …/ Son propias de primavera / Las tercianas; del otoño las cuartanas; las viruelas / Del estío; y del invierno / Los afectos de la pleura.”

– ¿Qué sentido tiene en la naturaleza? Numerosas anormalidades (cáncer, infecciones, etc.) debutan con episodios de fiebre, por lo que se le asigna un carácter defensivo general y de alarma. Los patrones establecidos desde la época del termómetro, aportaron gran valor diagnóstico, pero la masiva aplicación de antipiréticos frustró tal posibilidad

Semiología. Del signo a la enfermedad

¿Signo o síntoma? El componente más llamativo de la fiebre es la hipertermia, incremento de la temperatura corporal. Se trata de un signo, manifestación objetivable por el observador, el más estudiado a lo largo de la historia.

-La hipertermia destaca en zonas bien vascularizadas: pliegues inguinales, axilas, piel de la cara y mucosa bucal o anal. Lengua, labios y la piel de la cara y dorso de la mano son las áreas más ricas en tacto-sensores de temperatura. Pero no encontrará el lector ninguna referencia médica sobre utilizar según qué órganos para explorar según qué mucosas. Lo habitual es usar el dorso de la mano sobre la frente del enfermo.

-El uso generalizado en el siglo XVIII del termómetro revolucionó el concepto científico de fiebre. Para Kelvin, el de los grados K, “ciencia es medir y comparar, todo lo demás es opinar”. Cuántos miles de millones de determinaciones no se habrán hecho; ¡pues seguimos debatiendo las diferencias entre temperatura normal e hipertermia! En la historia debemos citar los románticos termómetros de mercurio, prohibidos en 2007, sustituidos por los digitales y los de infrarrojos.

¿síntoma o síndrome? Calenturas, acaloramiento, escalofríos, cefalea, malestar, dolor, cansancio o fatiga, son síntomas, manifestaciones percibidas solo por el enfermo. La asociación de algunos de éstos con signos como la sudoración, rubor o la dominante hipertermia constituye el ¿síndrome? febril.

¿Síndrome o enfermedad? Queda por ver si la fiebre, como síndrome, es causa, consecuencia o mero acompañante de una enfermedad; o la enfermedad misma. En este caso se trata de un cuadro mórbido, bien definido, con una causa específica.

– Muchos patrones de fiebre dan nombre a numerosas enfermedades; es la prueba irrefutable de su importancia. En los diccionarios médicos se suelen incluir los síndromes febriles en las relaciones de enfermedades. La fiebre del heno, fiebre reumática, fiebre de Malta, fiebre amarilla, fiebre tumoral o fiebre tifoidea son algunos ejemplos. En el diccionario Dorland, el nombre “fiebre” tiene 225 entradas: desde Fiebre de Aden o dengue hasta Fiebre de Wolhynia o de las trincheras. En el de la Real Academia de Medicina se anotan solo 97. En cualquier caso, a ver quién se atreve a manejar correctamente las 30 o 40 más frecuentes.

-La fiebre “emocional”. En la sociedad actual, frecuentemente presidida por las emociones, no podía faltar este tipo de cuadro. Se daría en situaciones como retrata la película “Fiebre del sábado noche”, la fiebre de estrés (directivos, inversores, financieros, …) y en relaciones amorosas. El acaloramiento, sudoración, palpitaciones, taquicardia y fatiga se describen también en el síndrome de Stendhal por algunas personas sensibles ante la belleza artística.

¿Estamos ante un síndrome emergente o una nueva forma de enfermar? Ni mucho menos, Villalobos (1.498) ya refería algunas causas de la fiebre efímera. “…  mucho trabajo, angustia y tristeza / muy gran movimiento / velar o reír o mucha pereza / ira vergüenza temor y flaqueza / harán calentura y gran pensamiento.”

-La fiebre facticia es fingida, simulada, falsificada por termómetros manipulados o provocada por estupefacientes, medicamentos y autoinoculación de pirógenos (saliva, orina, etc.). El diagnóstico no es fácil.  La fiebre, junto a las cefaleas y la regla, son las coartadas más utilizadas para evitar engorrosos compromisos. Es frecuente en ámbitos militares, de drogodependencia, laborales, escolares y de relaciones personales.

Tratamiento. Si la fiebre es buena ¿por qué tratarla?  Todos preferimos un medicamento frente a los incómodos síntomas, despreciando los potenciales beneficios de la fiebre. ¡No soportamos nada! La terapéutica no ha cambiado mucho: reposo, infusiones y toallitas húmedas pueden ser suficientes.Villalobos recomendaba: ruibarbo, tamarindo e infusiones varias. Además: “Según esta curay por esta manera / la cura es curalle la causa primera. / Si es por alguna tristura/ hacerle alegría y que coma aquel día / y con oleos fríos hacerle la untura.”

Herboristería. Las plantas indicadas para tratar la fiebre tienen propiedades antipiréticas, antiinflamatorias y analgésicas. Son clásicas y bien conocidas: tomillo, romero, equinácea, saúco, corteza de olivo, verbena, zarza, espirulina, sándalo, ruibarbo, cártamo, etc. Hay dos que cambiaron la farmacopea: el árbol de la quina y el sauce, rico en salicilatos, principio de la aspirina.

La revolución farmacológica. Contamos en la actualidad con tres fármacos de éxito indudable: paracetamol, ibuprofeno y nolotil. Tienen escasos efectos secundarios, encabezan el ranking de consumo nacional y están presentes en todos los botiquines caseros. Como en la herboristería, los tres tienen propiedades antipiréticas, antinflamatorias y analgésicas. O sea, “Todo cambia para que todo siga igual

 

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Sobre el autor

Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.


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