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Las vacaciones de los microbiólogos clínicos son fundamentales

No me refiero a los microbiólogos que utilizan sus días libres para escribir artículos pendientes o elaborar proyectos inacabados. Aludo aquí a las vacaciones de aparente aburrimiento o largas interrupciones del trabajo más o menos forzadas.

En unos casos las infecciones provocaban largos periodos de ocio, de donde han surgido grandes pensadores. Hay numerosos ejemplos especialmente con la tuberculosis, la polio o la endocarditis. Indirectamente podemos citar la peste y el cólera.

Cuando no se conocía la etiología de las epidemias, la sabiduría popular, más el instinto de conservación, diseñó las “vacaciones preventivas” (solo para pudientes) denominadas medidas de las 3L, pues ante la aparición de cualquier “peste” se recomendaba: “salga Luego (enseguida), vaya Lejos, vuelva Luengo (tarde). Recuérdese el Decamerón.

En otros muchos casos hubo una relación causa-efecto directo. Veamos algunos ejemplos: Tal ocurrió en las vacaciones de Semana Santa de 1856. El jovencito de 18 años, W. H. Perkin, liberado de la disciplina de su jefe (el alemán Hoffmann) en su trabajo sobre derivados del alquitrán se sorprendió con un tubo conteniendo el negro producto que ¡teñía el agua de morado!

Había descubierto un nuevo tinte: el púrpura de anilina o malva. Sería el primer tinte sintético industrial patentado que dio lugar en Alemania a las potentes industrias BASF (Badische Anilin und Soda Fabrik), Hoeschst y Bayer. Con este tinte se inició el campo de los diagnósticos histopatológicos y microbiológicos además de los descubrimientos de Ehrlich, las sulfamidas, fertilizantes, explosivos y otras numerosas aplicaciones que cambiaron el mundo.

Hacía 1880 se ocupaba Pasteur del cólera de los pollos trabajando en inoculaciones experimentales. Dejó un matraz con P. multocida a temperatura ambiente para la vuelta de vacaciones. Inoculó después a los animales sin resultado pese a comprobar que las bacterias seguían vivas. Utilizó entonces un cultivo fresco sobre los mismos animales pero tampoco les afectó, porque las primeras bacterias habían perdido la patogenicidad manteniendo la antigenicidad o capacidad protectora frente a las bacterias del cultivo fresco. Gracias a las vacaciones había descubierto las vacunas vivas atenuadas.

Fanni Hesse, esposa de un colaborador de Koch, visitando el laboratorio llamó la atención sobre puntos blancos en el corte de patatas desechadas antes de vacaciones. Antes nadie había reparado en el detalle que correspondía a acúmulos bacterianos, es decir colonias, fundamentales en Microbiología. Luego Hesse, como buena repostera, propuso la gelatina para sustituir la patata que a su vez fue sustituida por el agar.

Las “vacaciones” mas conocidas son las del verano de 1928 que permitieron a Fleming descubrir la penicilina. Después de las vacaciones de verano una placa sembrada con estafilococos dejada a temperatura ambiente se había contaminado con un hongo que inhibía los estafilococos. El 3 de Septiembre anotó “la posibilidad de la producción de una sustancia que dificultaba el crecimiento de las bacterias”.

En 1941, Mary Hunt en Peoria durante un programa de búsqueda de hongos productores de antibióticos, tras sus vacaciones se encontró en casa un melón podrido que llevó al laboratorio como sí fuera un trofeo. De él se aisló P. crysogenum, el mejor productor de penicilina y a M. Hunt sus compañeros le pusieron el apodo “Mouldy (mohosa) Mary”. En algunas firmas se estimulaba a los empleados que recogieran muestras durante sus viajes y/o vacaciones de agua, suelo, etc. En España este programa dio buenos resultados en CEPA, como lo prueban algunos antibióticos desarrollados con MSD (fosfomicina, cefoxitina, thienamicina, caspofungina…).

El microbiólogo búlgaro S. Grigonov vuelve a Paris donde trabajaba, después de sus vacaciones en la casa materna, portando un bote de yogur cuajado por su madre. En él descubrió el Bacterium (Lactobacillus) bulgaricum, en 1903, iniciándose el campo científico de la fermentación láctea con todas sus aplicaciones.

Tras las forzosas “vacaciones” impuestas por la 2ª Guerra Mundial, Brotzu observa que en Cagliari han fallado los sistemas de eliminación de excretas y sin embargo hay mucha menos fiebre tifoidea de la esperada. Descubrió que la causa radicaba en la proliferación del hongo productor del antibiótico Cefalosporina.

Desde finales del XIX se conocía la existencia en estómago de bacilos curvados. Va pasando el siglo XX con propuestas a favor y en contra del papel patógeno de estos bacilos. En 1981 los australianos Marshall y Warren siembran en reiteradas ocasiones muestras gástricas en medio de Skirrow (apropiado para Campylobacter) sin resultados porque no incuban mas allá de 2-3 días.  A la vuelta de las vacaciones de Semana Santa de 1982 (7 días de incubación) encuentran el agente de la úlcera gastro-duodenal.

Fácilmente puede deducir el lector que ciertos descuidos se le pueden perdonar a los microbiólogos especialmente si están relacionados con las vacaciones. Éstas deberían ser protegidas y ampliadas para garantizar los avances en Microbiología e Infectología.

(Publicado en el nº2 de la Revista Infección y Vacunas. Año 2012)

Sobre el autor

Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.


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