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En un lejano lugar de Oriente, un sabio maestro ayudó a seis ciegos a conocer un elefante mediante el tacto. Cada alumno debió tocar una parte del animal para definirlo y el relato cuenta las abismales diferencias descriptivas según tocara colmillos, trompa, orejas, etc. Esta parábola o leyenda de origen indio es muy popular en el mundo educativo, religioso o ideológico para explicar los riesgos del dogmatismo. Sirve también para introducirnos en las propiedades del sentido del tacto.
El efecto mariposa ilustra sobre las infinitas interacciones posibles de todos los seres vivos con su entorno, realizadas por diferentes mecanismos y estructuras. En los humanos los ordenamos académicamente en los órganos de los sentidos, pero cada vez tenemos más evidencias de la universalidad de los sentidos. En un ecosistema o infección, las relaciones entre los individuos de muchas especies son constantes y complejas. En todas ellas, los objetivos y los sistemas de comunicación por diferentes códigos de señales son básicamente iguales en las bacterias y en los seres superiores. La común adaptación al medio, exige sentir el entorno, ya sea con señales físicas (luz, sonido) o químicas (cambios iónicos, presión osmótica) de intensidades variables.
Los divulgadores nos han enseñado en la pandemia la importancia del contacto específico mediante proteínas del virus y los receptores de células respiratorias. Las fimbrias, flagelos o cápsulas bacterianas son elementos táctiles de relación con otras estructuras, A su vez, las bacterias disponen de receptores para anticuerpos, fagos, o nutrientes por ejemplo.
En uno y otro caso se estimulan los efectores adecuados para dar la respuesta correspondiente. Entre las consecuencias se citan las afinidades (agregaciones, biopelículas), tropismos y especificidad (patógenos respiratorios, digestivos,…) o antagonismos. Su conocimiento es muy útil para el control de las infecciones; lamentablemente de las estructuras, mensajes y lenguajes de comunicación microbiana solo conocemos algunos “versos sueltos”.
Fisiología. De todos los sentidos, el tacto es el primero en desarrollarse y el más común entre los seres vivos. Tradicional e incorrectamente se situó en la superficie de la piel, la epidermis, pero es debajo, en la dermis, donde están los corpúsculos receptores. O eso creíamos, porque hay receptores por todo el organismo con distinta densidad y funciones: corpúsculos de Krause, Meissner, Pacini y otros. Hoy sabemos de la existencia de receptores internos, que también informan de la posición y movimientos, fundamentales en el control motor voluntario. Así mismo recogen las consecuencias de los tejidos lesionados en forma de picor o dolor.
En resumen, los receptores táctiles recogen estímulos táctiles, de temperatura, presión, vibraciones o lesiones. Como en todos los órganos de los sentidos, los seres humanos cuentan con la maravilla del procesado cerebral en tiempo real. Los estímulos transmitidos vía nerviosa son transformados en sensaciones y sus respuestas correspondientes.
Ningún robot es capaz de reunir eficientemente todas estas sensaciones táctiles; ni siquiera se aproximan, por ejemplo, a la precisión de la mano. Con solo tocar un vaso de agua se verifican, incluso a ciegas, las características de temperatura, peso, volumen y dureza del recipiente. Además se procesan los movimientos simultáneamente para llevárselo a la boca con asombrosa exactitud.
Patología del sentido del tacto. Las alteraciones más frecuentes se refieren a la intensidad de la percepción dolorosa (analgesia, hiperalgesia) u hormigueos (parestesias). En los distintos grados de anestesia están bloqueadas o disminuidas las sensaciones táctiles y dolorosas. En otras ocasiones los enfermos tienen dificultades para identificar objetos solo por el tacto.
Las variadas causas incluyen posibles neuropatías centrales o periféricas, quemaduras, traumatismos, cirugía, patología vascular, hematológica, metabólica o infecciosa, como la sarna, micosis o lepra. En cualquier caso la piel es frecuente causa nosológica y diana de la mayoría de las técnicas exploratorias del tacto.
Curiosamente en el diagnóstico, la práctica del tacto recibe el nombre de palpación, que lo dice casi todo. Se perciben vibraciones, presiones, temperaturas, consistencias, formas, tamaños, y sensaciones espaciales. Tomar el pulso, comprobar la fiebre, palpar tumoraciones y definir espacialmente los objetos, son algunos ejemplos de sus aplicaciones.
En la exploración por palpación es muy importante la sensibilidad y temperatura de las manos del médico. Además sirve para explorar reacciones diversas, como algunos reflejos y sensaciones dolorosas. Por ejemplo la palpación abdominal permite explorar el signo del rebote, contracturas involuntarias, signo de Murphy o de McBurney entre otros.
La palpación se hace sobre superficies, sin embargo cuando se hace en espacios internos se habla de tacto bucal, vaginal o rectal por ejemplo. Corresponden a especialistas diferentes, pero si los practica el mismo médico, siempre se cambiará de guantes y, por razones obvias, empezará por el tacto bucal.
Palpaciones placenteras. Con frecuencia encontramos un apartado del tacto referido a las sensaciones placenteras. Dar la mano, un abrazo o unas caricias a un enfermo puede producir excelentes resultados. El poder curativo de la tradicional “imposición de manos” de un personaje carismático en los rituales de algunas culturas, tiene la misma explicación. Como mínimo, el cerebro responde a estos estímulos con respuestas que facilitan la interacción social y la salud mental. “Con la mano abierta en la cara”, es un método táctil didáctico-preventivo notable al decir de algunos, aunque no sea placentero precisamente.
Dice el viejo refrán “cuando el amor es ciego, palpar es lo primero”. En la mutua sensación placentera participan receptores de manos, labios o lengua además de los receptores erógenos de cuello, muslos, pezones y genitales. El poder táctil sumado a la imaginación, desencadena potentes respuestas cerebrales y hormonales, incontrolables a veces, propias de todos los mamíferos, ¡de todos! El erotismo a distancia, ni siquiera con los modernos métodos virtuales de comunicación, tiene la misma fuerza que el sentido del tacto, es decir el con-tacto.
En el acto de comer coinciden y se sintetizan las propiedades de todos los órganos de los sentidos, especialmente el gusto (“está exquisita”), vista (“entraba por los ojos”) y olfato (“huele que alimenta”). Sin embargo no se suele citar el sentido del tacto, cuando resulta un componente esencial en la degustación de la comida. En el bocado de una manzana, por ejemplo, troceada o asada, según la textura y temperatura, el tacto domina sobre el sabor.
El placer de “comer con los dedos” es habitual en muchas civilizaciones y círculos culturales. Permite la comprobación-comparación de la textura, dureza y temperatura de la comida. En otras culturas y en occidente, los palillos y cubiertos se han convertido en los apéndices de los dedos. Pero siempre pasan el control táctil de labios, encías, dientes, paladar y, sobre todo, el dorso y punta de la lengua.
Aunque se asume que la lengua es el soporte de las papilas gustativas, es destacable su riqueza en corpúsculos táctiles. Cuántas veces no nos habremos quemado la lengua y cuántas exploraciones no se harán con la punta de la lengua. Me refiero en este caso, para evitar suspicacias, al continuo control lingual, instintivo, de la integridad de las propias piezas dentarias.
La sensación en boca o “mouthfeel” se ha puesto de moda en Occidente, aunque Japón y China la practicaban hace muchísimos años. Consiste en la integración de tacto, sabor y demás sensaciones en el bocado de comida, como fundamento gastronómico.
La cata de vinos tiene una especial importancia en este campo, porque sintetiza muy bien las características táctiles de la cavidad bucal. Los expertos conocen la importancia de la temperatura en blancos y tintos, la valoración táctil de las burbujas de carbónico en los espumosos, etc. Las texturas suaves, sedosas o aterciopeladas se buscan en algunos tipos de vinos para que “entren bien”.
La astringencia se refiere a la sensación táctil de sequedad y constricción o raspado. La producen los taninos de los tintos principalmente, que estimulan los sensores de encías, lengua y paladar. En conjunto, el cuerpo del vino se paladea, se siente en el paladar básicamente, aunando las características de densidad, consistencia y graduación, además de las citadas anteriormente.
En gastronomía se busca asociar la sensación en boca con el vino apropiado en lo que se ha venido en llamar maridaje. Si se añade un deleite visual, olores alimenticios y el ambiente adecuado, tertulia incluida, la categoría de banquete queda asegurada. Es lo que un cursi llamaría comida sinestésica.
Todo lo relacionado con el sistema nervioso se considera prioritario en el “siglo del cerebro”. El Premio Nóbel de Medicina 2.021 se concedió a Julius y Patapoutian, según la Academia, por “sus descubrimientos de receptores para temperatura y tacto”. “Así se explica cómo el calor, frío y fuerza mecánica pueden generar impulsos nerviosos, que permiten entender la adaptación al entorno de nuestro mundo”. Julius, seducido por el ardor producido por capsaicina de chiles y guindillas, investigó y descubrió las terminaciones nerviosas que responden al calor. Abrió el camino para estudiar el efecto refrescante del mentol en boca y descubrir los receptores del frío.
Más recientemente, Patapoutian describió dos receptores táctiles de presión superficiales y de órganos internos. Intervienen en la percepción del tacto cutáneo, respiración, presión arterial, control urinario y sentido de la posición corporal entre otras funciones. Últimamente se han multiplicado las investigaciones del tacto sobre dolor, fatiga, metabolismo,… y las aplicaciones de estos hallazgos, especialmente en la industria farmacéutica.
Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.
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