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Realizado por: J. González, D. Martínez, A. Orero
Han pasado más de cuarenta años desde la publicación del famoso Informe Lalonde (1974), que introdujo un punto de inflexión conceptual y una nueva herramienta de trabajo en el campo de la salud pública y la atención sanitaria al introducir el concepto de “campo de salud“ como modelo de análisis y establecer los “determinantes de salud”, los cuales agrupaba de la siguiente manera:
El componente de biología humana incluye todos los hechos relacionados con la salud, tanto física como mental, que se manifiestan en el organismo como consecuencia de la genética fundamental del ser humano y de la constitución orgánica del individuo.
El medio ambiente incluye todos aquellos factores relacionados con la salud que son externos al cuerpo humano y sobre los cuales la persona tiene poco o ningún control. Incluye tanto el entorno físico como el social.
El componente estilo de vida representa el conjunto de decisiones que toma el individuo con respecto a su salud y sobre las cuales ejerce cierto grado de control. Implica alimentación, ejercicio físico, hábitos, etc.
La organización de la atención de salud (sistema de asistencia sanitaria) consiste en la cantidad, calidad, orden, índole y relaciones entre las personas y los recursos en la prestación de la atención de salud.
Incluye la atención médica, farmacéutica y de enfermería, en su vertiente hospitalaria y extrahospitalaria, las residencias de ancianos, la prestación farmacéutica, los servicios públicos comunitarios de atención sanitaria, y otros servicios sanitarios.
De acuerdo con el Informe, estos cuatro componentes abarcan la mayoría de las dimensiones que pueden dar origen, de forma simple o combinada, a problemas de salud.
Al mismo tiempo que se reconocía que los servicios sanitarios no eran los principales responsables para el bienestar individual y la mejora del nivel de salud de la población. En realidad, es el estilo de vida quien más condiciona la salud: un 43%, seguido de la biología humana con el 27%, el medio ambiente con el 19% y la organización sanitaria con el 11%.
Pues bien, cuarenta años después, alrededor del 90% de los recursos en salud se gastan en el sistema sanitario, habiéndose producido en este periodo un importante aumento de la longevidad y de la cronicidad, con un elevado número de pacientes pluripatológicos y polimedicados y sus consecuencias económicas, sanitarias y sociales.
Se impone, por tanto, un cambio de paradigma con un mayor énfasis en el ESTILO DE VIDA SALUDABLE.
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