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Enfermedades de la inmunodeficiencia
El sistema inmunitario es el conjunto de estructuras y procesos biológicos en el interior del organismo que le permiten mantener el equilibrio interno frente a agresiones externas, ya sean de naturaleza biológica (bacterias o virus) o físico-químicas (como contaminantes o radiaciones), o internas (como las células cancerosas).
Los órganos pertenecientes al sistema inmunológico son los órganos linfoides. En ellos se da el crecimiento, desarrollo y liberación de linfocitos (un tipo de glóbulo blanco o leucocito). Los vasos sanguíneos y linfáticos son importantes al transportar los linfocitos por todo el cuerpo. Los órganos linfoides son:
Los linfocitos B (formados en la médula ósea) producen anticuerpos específicos que reconocen e inmovilizan los microorganismos infecciosos.
Los fagocitos (otro tipo de glóbulo blanco) y las células K o asesinas naturales (células “killer”) destruyen estos microorganismos infecciosos.
Los linfocitos T (formados en el timo) eliminan los microorganismos al eliminar las células del cuerpo que están afectadas.
Todas estas células especializadas nos protegen contra las enfermedades, y a esta protección se le llama «inmunidad».
Si este sistema no funciona correctamente, se producen enfermedades:
Este sistema interviene también en el proceso de rechazo de órganos trasplantados.
Las causas más comunes de trastornos del sistema inmune son:
Entre las causas medioambientales que alteran nuestra inmunidad están:
Un reciente estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Stanford y la Universidad de California (UC), Berkeley y financiado por el Instituto Nacional de Salud, la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. y la Asociación Americana de Pulmón, reveló que la contaminación ambiental modifica la función inmune en mayor medida que los genes, ya que el sistema inmunológico se adapta a lo largo de la vida para combatir enfermedades, y el entorno en el que vivimos va a influir en esta adaptación.
En nuestro entorno existen millones de virus y bacterias de los que muy pocos son responsables de enfermedades, el resto son necesarios para mantener nuestro sistema inmune adiestrado y activo.
En los países desarrollados, donde vivimos en ambientes artificiales, libres de virus y bacterias, están aumentando las enfermedades autoinmunes, por falta de exposición a estos microorganismos. Debemos cuidarnos de patógenos como una salmonella o un VIH, por ejemplo, pero la mayoría de virus y bacterias del medio ambiente sólo nos ayudan a conservar la salud, no a enfermarnos. Así, una excesiva higiene de la piel favorece la aparición de alergias.
Nuestro estado de ánimo afecta positiva o negativamente a nuestra inmunidad. Un éxito, un aumento de sueldo, un acontecimiento divertido, las alegrías, cuando estamos enamorados, etc la favorece, sin embargo, la depresión, los problemas, los sufrimientos, la melancolía, dañan nuestro sistema inmune.
El sistema digestivo también es importante para mantener nuestro sistema inmune activo y adiestrado. Para estar sanos debemos tener de 3 a 5 kilos de bacterias en los intestinos. Bacterias que transforman los alimentos en nutrientes para el cerebro y energía para los músculos, y mantienen el sistema inmune en buenas condiciones.
En la Universidad de Stanford, el inmunólogo Mark Davis dice que “el ambiente juega un enorme papel en la manera en que formamos nuestro sistema inmunológico”.
En los EEUU las enfermedades autoinmunes suponen una de las principales causas de muerte entre las mujeres jóvenes y de mediana edad.
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Profesora de Medicina Preventiva y Salud Pública
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