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Las infecciones son inseparables de la historia de la humanidad, modulando su desarrollo biológico, social y cultural. Las manifestaciones artísticas, como la pintura con su fuerza expresiva, son importantes registros en la producción y transmisión de leyendas. Hasta la Edad Media el relato de la enfermedad, castigo divino, era en “negro” y las plagas o pestes añadían morbo al relato. El cuerpo humano, como referencia de perfección era tratado en la cultura griega, pero las anormalidades no tenían cabida en la creatividad artística. No convenía provocar a los dioses.
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El Renacimiento cambió el signo hacia 1490 con “El hombre de Vitruvio” de Leonardo da Vinci. Se abrió la veda para plasmar la anatomía y patología humana. Las pinturas cristianas y las mitológicas fueron escenarios abiertos a la inspiración para incluir motivos de milagros y leyendas de las peores enfermedades. Los colores de piel, cabellos, ojos, lividez cadavérica, “manchas” de picaduras, viruelas, heridas, hemorragias gangrenas o amputaciones, se representaban ya con escaso pudor.
Las pinturas y grabados fueron “libros abiertos” de las tragedias de cada época y muchos pintores actuaron de notarios gráficos de las leyendas sanitarias. Una epidemia, plaga o peste era la peor desgracia que podía afectar a la sociedad. El arte pictórico constituía un documento histórico ideal para legar la información a la posteridad.
Los grabados y pinturas fueron poco relevantes hasta “El triunfo de la muerte” (Museo del Prado), pintado hacia 1562 por Bruehgel el Viejo. Representa el Juicio Final y la peste bubónica o “peste negra” (1347-1353). Como no podía ser de otra manera, es un cuadro tenebroso, cruel y macabro para la reflexión cristiana de la muerte. Otros cuadros representan medidas sanitarias: personajes tapándose la nariz, signo de pestilencia, quemando judíos, responsables según creencia popular o entierros extramuros en fosas comunes.
En el siglo XVII se inicia la canonización de san Roque, muy popular en España, que había padecido la peste bubónica. Con este motivo se encargan numerosas estatuas y pinturas. Todas presentan al santo con heridas y bubones en ingles y muslos, siendo la pintura más popular la del valenciano F. Ribalta (1625). Desde esta época se venera al santo como protector de los apestados
El cuadro más influyente fue, sin duda, “La plaga de Asdod” pintado por el francés N. Poussin hacia 1630. Este artista, que coincidió en Roma con una grave epidemia de peste bubónica en Italia, fue contratado para pintar el cuadro. No tuvo buenos comienzos: el contratista, comerciante veneciano, fue juzgado por lavado de dinero con el citado cuadro. Además, la introducción de motivos de peste durante la epidemia resultó inoportuno por el morbo del momento. Sin embargo, han sido múltiples las réplicas y grabados tomados como referencia desde entonces.
El pintor debía representar la plaga enviada por Dios tras el robo del arca del templo de Dagón (según historia de Samuel, Antiguo Testamento). Poussin incorporó el ejemplo de Aristóteles sobre la lealtad: el asesinato entre sí de los miembros de una familia por miedo a la enfermedad. Lo representa con un hombre separando a un lactante del cadáver de su madre. Se presume el contagio y posterior muerte de todos los protagonistas.
El grabado que más leyendas ha generado, es el “Médico de la peste” de P. Fürst (1650). Es bien conocido el personaje protegido con abrigo hasta los tobillos, guantes, botas, sombrero y una llamativa máscara de hocico (pico de pájaro). Transmite la idea de pestilencia, rompe con leyendas sobre castigo divino y representa las teorías sobre el carácter contagioso.
La lepra, enfermedad bíblica, se representa en diferentes mosaicos, frescos y cuadros La leyenda de gravedad se enseña sobre imágenes de mutilaciones (“Los lisiados” de Beuhgel el Viejo), facies leoninas, etc. La marginación social se ha venido destacando en varios cuadros de san Martín con los pobres leprosos y el mito del tratamiento se alienta con los milagros de Jesús curando leprosos. (El Greco y otros)
El “fuego de san Antonio” o ergotismo. Las pinturas dedicadas a este santo protector incluyen a enfermos con graves llagas y gangrenas vasculares, asunto rodeado de múltiples leyendas. Una de ellas refiere cómo los enfermos acogidos bajo su advocación mejoraban al recorrer el Camino de Santiago. Los frecuentes brotes en la Europa medieval, se producían por ingestión de pan de centeno contaminado con el hongo del cornezuelo. Los peregrinos mejoraban a medida que se aproximaban a su destino; el consumo de pan de trigo predominante en España debía ser milagroso.
La sífilis, tuberculosis, difteria, poliomielitis, viruela, rabia, gripe, … son también enfermedades, con la categoría de castigos divinos en otras épocas, objeto de numerosas leyendas. Fueron fuente de inspiración de cuadros de Durero, Hogarth, Rembrand o Munch (sifilis), Boticelli (tuberculosis), Goya (difteria) o Sorolla (polio) por ejemplo. A veces, enfermedad y autor compartieron fama y leyenda con el autorretrato; es el caso de la tuberculosis y Modigliani o la gripe española y Munch.
Las epidemias actuales, vacunas y antimicrobianos ¿bloquearon la inspiración creativa de los pintores, la fuerza expresiva de la imagen o la difusión de leyendas? Seguramente ninguna de las tres. Hay más pintores creativos que nunca y la imagen está valorada más que nunca, pero con un desarrollo tecnológico inimaginable. Los rumores, mitos y leyendas están más extendidas que nunca a favor de las redes, intereses creados e interacciones con otros múltiples campos.
Existen colecciones con creaciones de carteles y anuncios sobre derivados mercuriales, arsenicales, antisépticos, etc., referidos a las primeras épocas del siglo XX (art decó). Las actuales presentaciones publicitarias y académicas de agentes patógenos y medicamentos, a base de diferentes tipos de imágenes, son originales y espectaculares.
Como conclusión podemos asegurar que, mientras la pintura clásica permanezca en nuestra cultura, tendremos una fuente inagotable de leyendas sobre las que se fundamenta la historia de las infecciones. Pero hoy las leyendas tienen otros cauces.
Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.
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