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La globalización es signo de tiempos modernos; la ciencia interacciona con todos los campos del saber; los avances tecnológicos son el atrezo en investigación. Suele decirse que el mundo lo mueve la economía, pero es falso; domina el refrán “entre salud y dinero, la salud es lo primero”.
La convocatoria de Premios Nobel 2024 en el campo de las Ciencias, que incluye Química, Física y Medicina-Fisiología, se resolvió esta semana pasada. Recordemos que los dos primeros son elegidos por la Real Academia de las Ciencias de Suecia. El de Medicina-Fisiología es decidido por la Asamblea del Nobel del Instituto Karolinska.
Los galardones se conceden por el descubrimiento o solución de un problema importante. Es el argumento habitual de las Comisiones del Nobel, que apuntan con frecuencia a medicina por su evidente importancia social. Pareciera que las ciencias en general estuvieran supeditadas a la salud como soporte del bienestar humano. Los que no ofrezcan potenciales aplicaciones en ciencias médicas lo tienen difícil.
El Nobel de Medicina correspondió al “hallazgo del micro ARN, nuevo tipo de ARN minúsculo con un papel crucial en la regulación de genes”. El Comité lo dejó suficientemente justificado con el título y, como no podía ser menos, el mundo científico ha propuesto ya múltiples aplicaciones médicas. Sobran más argumentos.
El de Química (Baker, Hassabis, Jumper) premió las “aportaciones al desarrollo de AlpfaFold, herramienta de Inteligencia Artificial capaz de predecir con precisión estructuras proteicas”. Permitirá diseñar fármacos en tiempo récord y entender mejor la fisiología celular, que podría revolucionar el control del cáncer o las enfermedades neurodegenerativas. En resumen: es una importante contribución a la medicina.
El de Física se otorgó a Hopfield y Hinton por “sentar las bases de aprendizaje de las máquinas, clave de la Inteligencia Artificial”. La presidenta del Comité de Física señaló que “las redes neuronales artificiales están inspiradas en nuestras neuronas cerebrales”. Además, “el aprendizaje es una capacidad fascinante del cerebro humano”.
El descubrimiento no es de hoy. La robotización no ha dejado de progresar y, desde hace tiempo, se aplican tecnologías de reconocimiento facial y traducción de lenguajes. La investigación galardonada, para la toma de decisiones más rápidas y fiables en diagnóstico y tratamiento de enfermedades, son ya notables realidades.
Ni mucho menos; desde el 1901, se identifican los Nobel de Ciencias con los hitos más importantes de la historia de la Medicina. Es el caso de los Rayos X, laser, eco, robotización, etc. Especial importancia tienen los Nobel de Química, que bien pudieran denominarse de Farmacia. Si tomamos de ejemplo los galardones de los últimos años, veremos que están alineados con los del año 2024, citados más arriba.
El de 2020 se concedió “por reescribir el código de la vida” y “el desarrollo de un método para la edición del genoma”. Los premiados descubrieron las tijeras genéticas CRISPR-Cos9. El Comité de selección consideró “el impacto revolucionario en el campo de la Medicina, concretamente en la terapia del cáncer y enfermedades hereditarias”.
El año 2021, se galardonó “el descubrimiento de la órgano-catálisis asimétrica, una herramienta nueva y precisa para la construcción molecular”. Se trata de un nuevo tipo de catalizadores orgánicos, baratos y eficientes. En el premio se valoraron “los grandes beneficios que aportarán a la humanidad, especialmente en producción farmacéutica”.
El Nobel del año 2022 se concedió por el desarrollo de “la química clik y bio-ortogonal”, claves en nanotecnología y farmacología. Al Comité le interesó por “la recreación artificial y funcional de moléculas naturales, utilizables en células vivas, con propiedades medicinales. Se aprovechará para asegurar la llegada de medicamentos al foco elegido, p. e. los tumores”. El del año 2023, en fin, atendió a la investigación en el campo de las nanopartículas, por sus potenciales aplicaciones en Medicina.
Están aparentemente muy alejados de la medicina, pero solo en apariencia. El 2021 se premió “la contribución a la teoría de los materiales desordenados y los procesos aleatorios”. Según el Comité: sienta las bases para estudiar campos complejos como la influencia humana sobre el clima, fenómenos biológicos, neurociencia o aprendizaje entre otros.
El Nobel 2022 reconoció “las aportaciones sobre el entrelazamiento cuántico”, que relaciona la influencia entre partículas, independiente de su separación. Son notables las expectativas en campos como la medicina. Más cercanas parecen las aplicaciones del Nobel 2023 sobre la física del “atto-segundo”. Un pulso aplicado a una célula o sistema biológico excitará o modificará una molécula y no las demás. Supondría un gran avance en el diagnóstico y tratamiento de algunas enfermedades.
La investigación, tanto la básica como la aplicada, es una expresión de la inteligencia humana. La primera, con un componente romántico es complemento necesario de la aplicada, que tiene mejor imagen entre los ciudadanos. Es lógico. La sociedad, que soporta la investigación exige los dividendos correspondientes a su inversión. Un Premio Nobel, el mejor para los investigadores, supone el mejor reconocimiento al mejor trabajo con la mejor rentabilidad, que no puede ser otra distinta de la producción de SALUD.
Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.
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