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La catalepsia es la pérdida de movilidad y sensibilidad, generalmente también de conciencia, que obedece a un trastorno nervioso central. Es una manifestación de estupor letárgico, parecido al estado en trance. No es una enfermedad; es un síntoma tan espectacular que se puede confundir con la muerte. Lo excepcional, cuando se produce, es la recuperación, es decir, la “resucitación”.
Dos obsesiones adornan la soberbia humana emulando a los dioses: crear vida y resucitar a los muertos, o sea, controlar la naturaleza. Con la biología molecular, la creación de vida parece estar al alcance de la mano. Están de actualidad la crio-preservación de espermatozoides, óvulos y embriones, fertilización in vitro, clonación, etc. Son fuente inagotable de anécdotas, conflictos y leyendas, pero de otro artículo.
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Lo de resucitar a los muertos es otro cantar. Aparte de la resurrección de Jesús, dogma de fe y centro de la religión cristiana, la Biblia cita otros 8 casos. Son siete individuales (Lázaro, la hija de Jairo, …) y el colectivo de la resurrección de los santos. El tiempo y la interpretación de las leyendas impide teorizar sobre causas diferentes de los milagros. Nos tendremos que apuntar a la fe. Otros casos más próximos, como el de la Marquesa de Almarza, podríamos aventurarnos a filiarlos de catalepsias.
El concepto de catalepsia se introdujo a principios del siglo pasado. Se trata de un síntoma de diferente intensidad y duración asociado a casos de Parkinson, epilepsias, histeria, hipnosis, psicopatías, drogas y otros fármacos. Con su conocimiento se generalizó el pánico a ser enterrado vivo. Proliferaron las extravagancias sobre comunicación del ataúd con el exterior, incluyendo los caprichos más absurdos.
Escenario. La iglesia de San Boal, construida en Salamanca el siglo XII está ubicada en la plaza del mismo nombre. La protagonista vivía enfrente, en el palacio de Almarza, que luego sería del Marqués de Cerralbo y finalmente (1906) del Ayuntamiento de Salamanca. Los niños del barrio, ajenos a la leyenda, recordamos la iglesia desacralizada en los sesenta, centro de catequesis, recreos y peleas, cómo no.
Protagonista. María de Moctezuma era Marquesa de Almarza, de Cerralbo, de Flores Dávila y Condesa de Alba de Yeltes ¡casi nada! Nació en Salamanca descendía del emperador Moctezuma y se casó con su primo hermano F. de Moctezuma, Vizconde de Amaya. Con este linaje, no extraña la elevación de cualquier anécdota a la categoría de leyenda. Pero la anécdota no era menor y se incorporó a la historia de la familia, ligada a la de España. Su descendiente, el XVII Marqués de Cerralbo, Grande de España, se identifica con el Museo madrileño de Cerralbo o su mausoleo de Ciudad Rodrigo.
Los hechos. En el frio invierno de 1768 muere Doña María de Moctezuma. La muchedumbre, reunida en la plaza de San Boal para despedirla, se dispersa cuando el cadáver es trasladado a la iglesia para el velatorio. Los sirvientes de la Marquesa pasarán la noche en torno al catafalco y pronto les rendirá el cansancio y el sueño a todos. Hay una excepción: el ambicioso y vigilante sacristán, deslumbrado por el espectacular anillo de la Señora se deslizó para robarle la joya. Al tirar del anillo, sacó a la Marquesa de su “sueño eterno”, que se incorporó en su ataúd gritando.
Según la leyenda el momento fue sobrecogedor: oscuridad, pánico, alaridos, caos y huida atropellada del ladrón y sirvientes. En toda la ciudad retumbó el clamor de ¡milagro en San Boal! que se extendería por toda España, especialmente en el mundo aristocrático. La actitud de la Marquesa con el sacristán no dejó de sorprender. Fue su persona de confianza los 19 años que vivió “resucitada”, con una pensión de por vida en agradecimiento por haberle salvado la vida. Del anillo, la leyenda no dice nada.
Considerando al personaje, la época y el milagro ¿cuántas leyendas no desencadenaría el citado milagro? Mimbres hubo para haber convertido a Salamanca en un gran centro de peregrinaje.
Varios reportajes periodísticos ilustran sobre 7 casos recientes ubicados en: Sudáfrica, Brasil, Yemen, Venezuela, Argentina, China y Rusia. Apuntan a repercusiones similares al caso de la Marquesa de Almarza. ¿Significa que el fenómeno de la catalepsia, en su excepcionalidad, queda reducido a países con asistencia médica deficiente? ¿O es que la práctica de la medicina moderna es incompatible con la catalepsia? Los progresos en medicina forense, los protocolos para certificar una defunción y el margen de tiempo para proceder al enterramiento hacen casi imposible el error.
Otras modalidades. Los anestésicos, otros muchos fármacos y enfermedades provocan apneas, paradas cardiorrespiratorias y comas de diferentes intensidades y duraciones. El coma (diabético, hepático, urémico, irreversible, vegetativo, etc.) supone una pérdida de conciencia, percepción sensorial y alteración de reflejos. No extraña que, en el pasado, estos enfermos engrosaran las relaciones de leyendas milagrosas o catalépticas, cuando “resucitaban”. De hecho, las técnicas médicas “de reanimación” algunos las siguen denominando “de resucitación”.
No se debe olvidar la moderna criogenización como fuente de las más diversas especulaciones y leyendas. Es la técnica de congelación de cadáveres con la esperanza de resucitarlos a favor del desarrollo de técnicas de futuro. Se citan más de 300 casos en el mundo con la atención puesta en el momento de su descongelación. El resultado es fácil de prever, pero el espectáculo será inigualable.
Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.
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