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“Dime el color y te diré la afección”. No pasaba de ser un antiguo juego entre médicos, que intentaba entrenar el “ojo clínico” diagnóstico y tratamiento. Hoy resultaría complicado porque muchos colores significativos aparecen en enfermos no tratados o terminales y además disponemos de métodos muy eficaces. Pero no están exentos de utilidad como veremos.
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Muchos colores van implícitos en la terminología médica, lo que prueba su importancia. Citemos unos cuantos.
Cualquiera que se anote como anomalía es tenido en cuenta para el diagnóstico. Con frecuencia es el motivo de consulta por ser el primer signo en aparecer o el más llamativo. Por eso o porque el médico lo considere importante, algunos colores se toman para encabezar el proceso algorítmico del diagnóstico. Veamos algunos ejemplos.
Importante en dermatología: roseola tifódica abdominal (tifoidea), el eritema en alas de mariposa (lupus), eritema crónico migrans (enfermedad de Lyme),etc. Es clásica la diferenciación diagnóstica de los exantemas en Pediatría para las seis enfermedades exantemáticas. En mucosas: las manchas en boca de Koplik (sarampión) y la lengua rojo-frambuesa en la escarlatina, se consideran específicas.
En los fundamentos de los tintes, ya se ha señalado que tienen las propiedades de: opacificar los microorganismos, teñirlos selectivamente y suprimir su vitalidad. Por tanto, todos los utilizados en microbiología (lugol, azul de metileno, violeta de genciana…) son desinfectantes y antisépticos sobre la piel. Lo mismo ocurre con muchas sales de permanganato, mercurio, plata o yodo por ejemplo. Sobre mucosas solo algunos se pueden utilizar. Todos conocemos cómo presume un niño con la “escandalosa” mercromina roja en la herida o con la boca tratada con violeta de genciana.
La terapéutica por vía general de colorantes no está contemplada. Pero se podrían hacer referencias indirectas; como el ejemplo de sulfamidas o paracetamol derivados de las anilinas.
Otro tema es el de los efectos secundarios. Pocos prospectos de medicamentos se libran de referir reacciones alérgicas con erupciones y enrojecimiento cutáneo. Los colores marrón, naranja y rojo de la orina, dientes, esclerótica, etc. tampoco faltan.
Algunos casos son ejemplos llamativos. “Bebé amarillo” (sulfamidas), “Bebé gris” (cloranfenicol), “Síndrome del cuello rojo” u “Hombre rojo” (glicopéptidos) o “ceguera a rojo y verde” (etambutol).
Cromoterapia.- Es un campo curioso, de escasas evidencias científicas, pero cada vez más popular entre psicólogos, decoradores, publicistas, etc. Se basa en la pretendida acción de la luz y los colores, estimulando o inhibiendo determinadas hormonas y neurotransmisores. A tal efecto, a cada color se le presumen determinadas acciones.
No debe confundirse la cromoterapia con la fototerapia. Ésta es una técnica terapéutica, científicamente probada, con indicaciones establecidas y expectativas en muchos campos. No utiliza el color como tal, sino las radiaciones, tanto de luz visible, como infrarrojos y ultravioleta.
Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.
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